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El debate nuclear energiza la campaña alemana

Alemania está sola entre los grandes del G7 en su apuesta antinuclear. A cambio, es la primera potencia eólica y solar. Pero no es bastante. Merkel y cada vez más alemanes lo saben.

AFP

En 2021 se consumará el apagón nuclear y un millón de coches eléctricos rodarán en Alemania; según los políticos. Pero la infalibilidad, aunque ahora en manos de un Papa alemán, no es un fuerte de los políticos y menos en campaña electoral.

En el distrito electoral 16, la ciudad universitaria y hanseática de Greifswald, había hace 15 años cinco reactores nucleares (WWER) y, en su península de Peenemünde, nació la balística aeroespacial de mano de Von Braun, el que mandó los V-1 y V-2 hasta Londres y llevó luego al hombre a la Luna. En aquel entonces el rector de esta universidad se llamaba Merkel, Paul Merkel, recuerda Juliane Hille, responsable del nuevo grupo de trabajo de energía solar.

En Greifswald estaba en 1995 la ministra de Medio Ambiente “cerrando centrales nucleares, por el bien de todos”, recuerda Dieter Rittscher, responsable de su desmontaje. Tenía 40 años y se llamaba también Merkel, Angela Merkel. Era “la chica de Kohl”, el canciller. Hoy ella es canciller y desearía prolongar la vida de las plantas, demorando el apagón decretado por SPD-Verdes para 2021.

Voces a favor

Pero ya en 2001, el parón gradual “había constituído una rebaja” de lo emocional a lo racional, del viejo sueño verde, avisa el secretario de Estado, Michael Müller (SPD). Hoy ese sueño, más racionalizado por la crisis energética y el calentamiento global, está en cuestión y las grandes eléctricas (EON, RWE) se aprestan a cazar.

No sólo CDU/CSU y Liberales han roto el tabú; la propia sociedad es más relajada: sólo un 51% rechaza esta energía y se escuchan voces a favor (“toda energía es hoy necesaria”, desliza la CDU, “pioneros antinucleares como Suecia han roto su moratoria”) Y en contra: “¿y los residuos, qué?”, insiste el líder verde local, Gregor Kochhan. “Queremos garantías para un millón de años”, clama en campaña el ministro del SPD Sigmar Gabriel.

Jochen Flasbarth, de la Oficina de Medio Ambiente, cree que “no es energía sostenible” y, un experto de la Federación de Consumidores, que “alargar 10 años la vida nuclear sólo rebajará 50 céntimos la factura mensual: menos que cambiar a una bombilla de bajo consumo”. Pero hasta un histórico antinuclear socialdemócrata como Erhard Eppler, o su jefe parlamentario Peter Struck, abogan por prolongar hasta 2030, a condición de un veto consituticional a nuevas centrales.

En una floja pugna electoral entre dos partidos (Democristianos y Socialdemócratas) con tan pocas diferencias que han gobernado juntos con eficiencia, el SPD ha intentado hacer brecha con dos clásicos: la guerra de Afganistán, que no ha funcionado; y la energía nuclear, cuyo movimiento de contestación nació aquí.

Manipulaciones sobre la seguridad

Tres veces ha saltado ya lo nuclear en campaña, dos forzadas por el SPD y otra por los hechos: un escape de lodos en la vecina Krümmel, la central más cercana a Greifswald desde que cerraron sus reactores. El SPD ha cooperado a caldear el tema con un par de informes: uno de 1983 y otro, actual, en que acusa a ministros de la CDU de haber encargado estudios de seguridad y viabilidad nuclear. “Están engañando a los votantes”, dijo Gabriel (SPD); “la carrera nuclear de la CDU progresa”, agrega la Verde Renate Künast.

El informe de 1983 probaría manipulaciones en el gobierno de Kohl (CDU) sobre la seguridad de un histórico basurero nuclear. El ministro de Medio Ambiente del SPD, que encabeza con el tema el ranking populista, lo calificó como “un escándalo mayor que las cuentas secretas de Kohl”. La CDU recusa demagogia y Merkel asegura haber “dejado claro que no queremos nuevas centrales y en la CDU no sé de nadie que piense otra cosa”.

Los Verdes proponen que “La salida de la crisis es verde”, prometiendo crecimiento y empleo por la innovación y la tecnología verde. También el ministro democristiano Guttenberg anuncia que Alemania será pionera en el coche eléctrico, Merkel quiere un millón en 2020 y los subvencionará con 5.000 euros: 1 de cada 5 alemanes esperará para cambiar de coche. Pero Berlín ha vuelto a ver tras décadas una manifestación de “nuclear, no gracias” y un cartel Verde tacha el emblema nuclear amarillo y negro, colores de una posible coalición CDU-Liberal. Está por ver si aún cala o si, adelgazados por la crisis, pincha en hueso.

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