Del Potro pone sobre el tapete demasiada pólvora para este Nadal
«Hasta aquí hemos llegado», debió pensar Nadal cuando Del Potro empezó a repartir estopa hasta a los cámaras de televisión. Rafa Nadal perdió en semifinales del US Open en tres sets y demasiado lejos ha llegado después del calvario que ha vivido durante los últimos días con una sobrecarga que ha ido a más y ahora ya no se sabe si es contractura, microrotura o rotura total.
De cualquier forma, incluso estando en su mejor momento, Rafa habría tenido muchísimos problemas para ganar a este Del Potro que ayer jugó a un nivel realmente alto, muy sólido desde el fondo de derecha y de revés y sacando lo mejor de sí mismo.
Hay dos motivos primordiales para que Del Potro ganase ayer a Nadal y le venciese de la forma en que lo hizo. Uno es de mecánica de juego y el segundo es la diferencia de servicio. El primero viene dado por la forma de tenis que practica cada uno. Juan Martín siempre ha dicho que este es su torneo favorito, y no es de extrañar porque la superficie le viene a su juego como anillo al dedo. Como pega plano a todo, la bola le corre una barbaridad, y con dos metros de altura su potencia es demoledora.
Un saque minimizado
A Rafa le pasa todo lo contrario, con su juego liftado la bola aquí no le coge el efecto suficiente. Le basta para derrotar a tenistas de medio pelo, pero, cuando se asoma a la elite (como ya le pasó en Cincinnati ante Djokovic), ya es otra cosa, mucho más si parte de esa elite está en su mejor momento. Por otro lado, como le sucedió con Soderling, su bola al revés alto no le hizo daño a Del Potro. Le queda a media altura, perfecta para su revés cruzado, mortal, o el paralelo, igualmente letal para cualquier rival.
El segundo es el saque. Hay que observar la velocidad: el de Juan Martín voló a 215 kilómetros por hora, que es mucha pólvora (79 por ciento de puntos ganados con el primer servicio y un 41 con el segundo, que es mucho). El de Rafa, débil de por sí, se quedó minimizado por la lesión de abdominales a 113, una nimiedad. Además, las pocas oportunidades de break que tuvo Rafa, cinco en todo el partido, las salvó Del Potro con ese saque que tiene de coz de mula. Sin posibilidades de abrir brecha en un juego tan sólido como el del argentino, Nadal se quedó en poca cosa.
En realidad, mirando el partido con perspectiva, Rafa apenas tuvo opciones. A pie de pista se observaba la diferencia de pegada de uno y otro. El español tuvo que jugar permanentemente un metro fuera de la línea, mientras que Del Potro le martilleaba justo encima de ella.
Así que, si hubo más partido de lo que pareció por el resultado (casi una hora cada set), es porque Nadal nunca se rinde, ni en cada punto, ni en cada juego, ni en nada, y tiene una fiereza tremenda. Pero eso no vale ante un jugador en alza, en su mejor momento deportivo y con este Rafa, que es bastante menos de lo que suele ser. Eso sí, en unos meses veremos...
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