Es una heroína en Johannesburgo, pero le discuten ese honor en cualquier otro punto del planeta. Caster Semenya aterrizó ayer en casa aturdida por el cansino ruido de las vubuzelas que le aguardaba en el aeropuerto -esas trompetas estridentes que tan famosas se hicieron en la Copa Confederaciones de fútbol- y consternada por todas las habladurías que cuestionan el sexo de la campeona del mundo de los 800 metros. Tanta envergadura ha tomado la polémica que ya es casi un asunto de Estado en Suráfrica e incluso ha llegado a los despachos de la ONU, concretamente al Consejo de Derechos Humanos.
A la espera de conocer los resultados oficiales de las pruebas a las que fue sometida, que según revelan algunas fuentes evidencian que tiene un elevadísimo porcentaje de testosterona y feromonas -el triple de lo normal-, Suráfrica ha encontrado en Semenya un reclamo publicitario para defender un derecho histórico y censurar la opinión pública. «Esta conmoción se generó sólo porque ella es negra y superó a todas sus rivales europeas», afirmó sin reparos Butana Komphela, presidente de la comisión de política deportiva en el Parlamento. «Es racismo del más alto orden», añadió. «No vamos a permitir a los europeos que describan y definan a nuestros muchachos, lo haremos nosotros», introduce el presidente de la Federación Surafricana de Atletismo, Leonard Chuene, mientras que Jacob Zuma, presidente del país, mostró su apoyo incondicional a la deportista tras recibirla ayer en la Residencia de Huéspedes Presidencial: «Una cosa es tratar de determinar si un atleta tiene una ventaja injusta sobre los demás, y otra humillar públicamente a una chica honrada, profesional y competente».
Vínculos sospechosos
Arropada por sus familiares, autoridades y amigos, Semenya comentó al llegar a casa que se encontraba «muy bien», pero su entorno reconoce que la joven necesita un respiro y dejar de ser el foco de atención mundial durante unos días. No se deja de especular sobre ella y hay quien asegura que es hermafrodita, mientras otros la relacionan con un ex entrenador alemán -Ekkart Arbeit- que manipuló sus niveles de testosterona. Arbeit fue entrenador en la antigua República Democrática Alemana y está probado que en su día dopó a varios atletas.