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«Cuando llegué allí supe que ya muchos estaban con Dios»

El padre Alberto lleva muchos años en el aeropuerto de Barajas. Los que trabajan allí dicen de él que es toda una «institución». Pero hay un momento que no olvidará en su vida y que ha recordado hoy en la homilía de la misa que en el Aeropuerto de Barajas ha recordado a las 154 víctimas del vuelo JK5022 de Spanair. Cuando llegó al lugar del trágico suceso y lo encontró atestado de cadáveres. Pese a la catastrófica imagen, padre Alberto lo primero que pensó fue «muchos de ellos están ya con Dios». Eso ha dicho en la ceremonia religiosa celebrada esta mañana en los jardines de la Terminal 2 del aerodromo madrileño, en la que ha evocado ante decenas de familiares de las fallecidos cómo vivió él aquella trágica jornada como capellán del aeropuerto. El cardenal Rouco, que estaba en el extranjero, le llamó por teléfono y le reportó las escalofriantes cifras de víctimas que estaban dando los medios de comunicación. Fue entonces cuando el cura se dirigió al lugar del accidente y al llegar, en medio del caos, le vino a la mente esa reconfortante idea, la de que los fallecidos disfrutaban ya del descanso eterno.

Los familiares pretendían que la ceremonia fuese íntima y sencilla y no querían que se les llenara de autoridades. Lo que no han podido evitar es el enjambre de periodistas

Demanda de justicia

Hoy, que se cumple un año de un accidente aéreo que conmocionó a la opinión pública española, los allegados de las víctimas y los suprevivientes han querido celebrar diferentes actos de homenaje en Madrid y en Las Palmas. Después de la misa en la T2, se han desplazado en unos autbuses fletados por AENA al Arroyo de la Vega, el punto donde acabó despanzurrándose definitivamente el avión siniestrado. Pero antes de las conmemoraciones y las ofrendas, la jornada había comenzado con un tono reivinidicativo. El portavoz de la asociación que han constituido los afectados, Javier Rodríguez denunciaba en rueda de prensa que «ese avión nunca tenía que haber despegado» y que «la primera ambulancia tardó cuarenta minutos en llegar». Una mujer que perdió a su hija en el accidente ha explicado a Servimedia «sentir rabia porque mi hija no tenía que haber muerto». Esta mujer ha concluido que

«alguien tiene que pagar por ello»

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