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Irresponsabilidad

EL presidente del Gobierno ha pedido «responsabilidad» al PP, a propósito de las acusaciones de su secretaria general de estarse utilizando la Policía y la Justicia para espiar a sus dirigentes. Zapatero debería hacer memoria. ¿Fue responsable prometer a Maragall «Te daré lo que me pidas», como si fuera el amo del país, sabiendo lo que suele pedir Cataluña? ¿Fue responsable dárselo en forma de un nuevo estatuto, sobre cuya constitucionalidad lleva debatiendo el Tribunal Constitucional tres años sin conseguir pronunciarse? ¿Fue responsable llamar «hombre de paz» a Otegui, dirigente de Batasuna, organización terrorista según los tribunales españoles y europeos? ¿Fue responsable ceder ante el chantaje de De Juana en su famosa huelga de hambre, que puso en ridículo al Estado español? ¿Fue responsable tolerar la negociación privada de Carod-Rovira con los terroristas en Perpiñán? ¿Fue responsable seguir manteniendo los contactos con ETA después del atentado de Barajas? ¿Fue responsable negar la existencia de una crisis económica cuyos indicios aparecían por todas partes, sólo porque había unas elecciones en puertas? ¿Fue responsable dar 400 euros a cada contribuyente sin discriminación, y seguir repartiendo dinero a boleo, en vez de seguir los consejos de todos los expertos nacionales y extranjeros, que aconsejan reformas estructurales de nuestra economía, empezando por la del mercado laboral? ¿Fue razonable ceder ante el chantaje de Esquerra Republicana y dar a Cataluña muchísimo más que a nadie en una nueva financiación autonómica que ahonda la rivalidad territorial en vez de suavizarla? ¿Es razonable que el Gobierno no asuma ni una sola responsabilidad por los errores cometidos e intente siempre echar la culpa de los mismos a alguien del exterior o del interior?

Democracia es, tanto o más que libertad, responsabilidad. De hecho, son las dos caras de la misma moneda, ya que la libertad sin responsabilidad lleva a la anarquía. En una dictadura, no se necesita responsabilidad, pues toda ella la asume, con el poder, el dictador, así que el súbdito tiene derecho a actuar en su propio beneficio siempre que pueda, sin tener en cuenta el bien común. La democracia, en cambio, significa la edad adulta de las naciones y todos, ciudadanos y gobernantes, están obligados a asumir la responsabilidad de sus palabras y de sus actos. Pero cuando el Gobierno es el primero en no asumirla, cuando descarga en otros, de dentro o de fuera, del presente o del pasado, las culpas de que marcha mal, está socavando los fundamentos del sistema que representa, al eliminar la responsabilidad individual y colectiva.

Lamentablemente, José Luís Rodríguez Zapatero ha convertido la irresponsabilidad y el sectarismo en su norma de gobierno. A los hechos me atengo. Las consecuencias las veremos pronto. Mejor dicho, ya las estamos viendo.

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