La culpa es del escote
Hacía tiempo que Nereida Gallardo, vicetiple indígena, no asomaba los melones. Hasta el pasado fin de semana en Mallorca. Pi-pi-pi-pi-pi. El sábado por la noche, sus servicios de inteligencia (o así) tuvieron conocimiento de la presencia de Cristiano Ronaldo, su ex, en el Mood Beach de Portals. Y la mallorquina, que estaría en su cueva como la Hormiga Atómica cuando recibía los soplos, hizo pesas y puso en marcha la maquinaria de acosadora con cámaras. Tiró de su agenda, llamó a estos fotógrafos de aquí, a estos reporteros de televisión de allí y se presentó en el Mood Beach, donde el futbolista cenaba con amigos y tomaba mojitos sin sospechar que era acechado por un conocido (por él) espécimen de la fauna local.
Hago zas y aparezco a tu lado, le faltó cantar. Con vestido negro y transparencias, extensiones en el pelo, sandalias de pedrería, bolsito y cigarrillo (fumando espero) se presentó con su reducido séquito de cámaras en la zona cero de su obsesión para pasmo de la gente del establecimiento y de Cristiano Ronaldo, que acabó poniendo pies y rodillas en polvorosa. Esas rodillas, esa rodilla derecha, felizmente en orden a pesar del estacazo que Zdenek Grygera (ponte nombre), defensa del Juventus, tuvo a bien suministrarle en la semifinal de la Copa de la Paz. Antes del viaje a Toronto, Manuel Pellegrini dio suelta a sus chicos. Cristiano Ronaldo voló a Palma y Guti, a Ibiza, donde se le vio llegando a la fiesta del productor musical Pino Sagliocco, esa fiesta que en teoría no es de disfraces pero a la que lo mismo se va con vestidos largos de lamé que con vaqueros pulgosos o con túnica arabizante (Fernández Sastrón o Fonsi Nieto).
Lo de Nereida Gallardo se quedó en puertas y en intento de placaje. Y en exteriores. Se propuso entrar a CR (que parece una carretera) pero un segurata se lo impidió. La stalker protestó: «Pero es que es mi ex novio». Pues por eso precisamente, hija. Un ex novio que, según contó en «Interviú», la mandó a paseo por sms, igual que Daniel Day Lewis cortó con Isabelle Adjani hace años por fax (lo de la Pantoja terminando con Julián Muñoz vía «¡Hola!» es mucho más extraño a la hora de usar los medios de comunicación, más que nada por la lentitud; es casi como usar el correo del zar, sólo que cobrando).
Nereida posó en «Interviú» hace unos números, también cobrando, con una camiseta del Real Madrid. Bueno, posó desnuda, la camiseta estaba al lado. Y contó que estuvieron ocho meses juntos, que pasaba cinco días en Manchester y dos en Palma con su familia, que abandonó su trabajo por él (el de ingeniera jefe de la NASA, no te digo) y que si la dejó fue porque no le gustaba a su madre. Podría ser peor. Siempre es mejor no gustarle a Doña Dolores Aveiro que a Doña Pepi, la madre de Dani Güiza (y a los cuernos de su ciervo).
Cuando se separaron, ella se rebotó y lo llamó niño de mamá, además de vanidoso, revelando que se depilaba el pecho (by the way, vistas en «Mujer Hoy Corazón» más fotos de José María Aznar en Cerdeña, se observa que sigue siendo un hombre de pelo en pecho, en pectorales, aunque en algún momento pareciera lo contrario por los brillos de las fotos).
Nereida estaba en la puerta del Mood como los niños en la puerta de un hotel esperando a los jugadores del Madrid. Pero Ronaldo no se paró a firmar autógrafos. Pasó de largo y de su ex. La ignoró, como la impertérrita Pantoja a los reporteros callejeros cuando le dirigen la palabra.
Según la crónica del «Diario de Mallorca» la chica acabó besando el coche donde se fue CR9. Pero antes de meterse en el vehículo de la huida, pudimos ver de cuerpo entero al poligonero con posibles, al icono underchic (Cristiano y Nereida tienen una cosa en común: ambos lucen mejor sin ropa). El look. Jersey gris de pico sin nada debajo y metido por el vaquero que sujetaba con un atroz cinturón blanco de Gucci (curiosamente, el mismo cinturón que lucía uno de los dos maromos que escoltaban a Ana Obregón y sus paticas al llegar a la fiesta de Pino Sagliocco),
Pobre Nereida. Quizá no puede evitar montar numeritos. Hay algo de lombrosiano en ella. O de los Manos de Topo cuando cantan lo de «Ese escote te impide ser buena persona».
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