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¡Esta casa es una ruina!

Además de la loción solar y el flotador para los niños, hay determinadas precauciones que no se deben olvidar si se tiene la intención de alquilar un apartamento en verano y vivir para contarlo. Las asociaciones de consumidores aconsejan cautela

¡Esta casa es una ruina!

Han llegado las vacaciones estivales. Para los más afortunados, a estas alturas lo habitual es que tengan decidido el destino y el alojamiento, normalmente un paquete vacacional o, con la actual crisis, la casa en el pueblo de la familia. Sin embargo, si es usted de aquellos que no hacen planes con antelación y piensa en alquilar un apartamento para disfrutar de algunos días libres en la costa o la montaña, y de paso ahorrarse algún dinero al prescindir de los lujos de los grandes hoteles, es necesario que tome algunas precauciones para evitar llevarse disgustos.

Se supone que es una época para descansar y desconectar del estrés cotidiano, olvidarse del trabajo y sobre todo de los problemas. Pero muchas veces estas vacaciones se tornan en un terrible infierno para los menos precavidos.

El aspirante a inquilino, se enfrenta a una de las principales disyuntivas de la humanidad, confiar o no. Según el asesor jurídico Ramón Villota, «el riesgo siempre existe ante la posibilidad de alquilar un inmueble, pero es necesario ser precavido y no fiarse». Para este letrado especialista en dar asesoramiento legal a consumidores ante la compra o alquiler de bienes y servicios, «es mejor hacerlo a través de conocidos o agencias de viajes e inmobiliarias con las que ya haya contratado en el pasado», pero, si eso no fuera posible, e internet fuera la única posibilidad de la que dispusiese, lo más importante «es tener algo por escrito», alerta Villota; para poder reclamar ante un incumplimiento o una posible estafa es condición «sine qua non» suscribir un contrato de arrendamiento.

De la misma opinión son los portavoces de Facua (Federación de Consumidores y Usuarios de Andalucía) y la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), Rubén Sánchez e Ileana Izuerniceanu, quienes sostienen que últimamente están incrementándose los fraudes o estafas en los alquileres llamados «de temporada», por las facilidades y el anonimato que presta la red de redes.

Internet facilita el fraude

El peligro llega con la multiplicidad de ofertas que brinda este medio. Aunque las relaciones contractuales con agencias inmobiliarias no están exentas de inconveniente es cierto que dan una mayor seguridad —aunque también más precio—; a veces puede salir más caro el alquiler directo con un particular.

Diversas páginas web dedicadas a publicitar anuncios por palabras recogen información sobre los apartamentos, fotografías del interior y el exterior y también de la zona en la que se sitúan las viviendas, pero todo ello es una suposición hasta que se materializa la compra. Muchas son ofertas reales. Pero también muchas se traducen, al introducir la llave en la cerradura, en estafas a incautos arrendatarios que no olvidarán nunca sus vacaciones.

Tal y como relata Sánchez, los confiados ciudadanos (también es habitual el caso contrario: quienes ceden sus propiedades pero nunca reciben el importe o se las encuentran destrozadas) alquilan casas a particulares, en algunas ocasiones a personas que no son los dueños de las mismas y que exigen el pago por adelantado de un porcentaje o la totalidad. Una vez realizada la transferencia, y en el momento de estrenar la estancia, un inexistente edificio les sorprende a cientos de kilómetros de su hogar.

Suele ocurrir sobre todo cuando el supuesto dueño asegura residir en el extranjero, motivo por el cual la transacción debe hacerse a través de correo electrónico, o por teléfono, y nunca hay contacto visual, explica Sánchez. Para evitarlo, los asesores de Facua aconsejan «pedir una nota simple en el Registro de la Propiedad que asegure quién es el dueño», o también «hacer una llamada a la oficina de turismo de la localidad para informarse».

Reclamar ante la estafa

A menudo lo publicitado no se corresponde con lo que se encuentra el inquilino cuando llega al destino. Que no haya menaje o que no funcione, goteras, desperfectos, o simplemente un paisaje desolador, como vistas a basureros o paredes de cemento.

¿Qué hacer? Si lo que encuentran no es lo que alquilaron, se debe reclamar en un procedimiento judicial verbal para el que no necesitan abogado cuando se trata de particulares y la cuantía inferior a 900 euros. Una estafa se denunciará en la comisaría, explica Izuerniceanu. Aún así, se deben tomar precauciones antes y después de abandonar la vivienda, se aconseja repasar, en presencia del arrendador todas las estancias.

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