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«No sé si mi hijo está vivo, ni dónde»

José Cacho lleva año y medio buscando a su hijo Martín, de nueve años, que desapareció tras unas vacaciones navideñas. Su madre japonesa se lo llevó a otro país

«No sé si mi hijo está vivo, ni dónde»

En el último año y medio, José María Cacho ha peregrinado cada día por tribunales, embajadas, consulados y ministerios. Hablando con todo aquel que le quiere escuchar. Colgando carteles en farolas, marquesinas, oficinas diplomáticas y salas de justicia. No quiere que la interminable búsqueda de su hijo Martín, de nueve años, caiga en el olvido para nadie.

Dieciocho meses de calvario. Dieciocho meses sin noticias de su hijo. Una agonía que comenzó después de unas vacaciones navideñas. El 8 de enero de 2008, José, como venía haciendo desde ocho años atrás, llevó al niño al punto de encuentro habitual para que se reuniera con su madre, Mayumi, una mujer japonesa de la que se había separado en 2001. Fue la última vez que vería a su pequeño, aunque en aquel momento ni lo imaginaba.

Pasaban las semanas. Y José acudía cada viernes que le correspondía a recoger a su hijo al punto de encuentro para disfrutar de otro fin de semana inolvidable junto a Martín, tal y como dictaba el régimen de visitas impuesto por el juez en la sentencia de separación. Llegó marzo, y no había rastro del niño. Las peores sospechas del padre se confirmaron. Su instinto le decía que la madre se habían marchado del país con el pequeño. Fue entonces cuando denunció a Mayumi por sustracción internacional de menores.

Custodia para la madre

Sus temores no eran infundados. A lo largo de siete años de separación José aprendió a desconfiar de su ex mujer. «Cambiaba el régimen de visitas de forma unilateral, no se presentaba en el punto de encuentro a entregarme al niño, se trasladaba de domicilio sin comunicarlo... A veces no llevaba a Martín al colegio durante días. Y solicitó en varias ocasiones viajar a Japón con el pequeño para ver a su familia», cuenta este padre desesperado. Aunque la guardia y custodia fue entregada a la madre, el juez prohibió expresamente la salida de Martín del territorio español sin el consentimiento paterno. Una orden que Mayumi se saltó a la torera.

Durante esos años, José tampoco se quedó quieto. «Ante el temor de que la madre se fuera con el niño, solicité en tres ocasiones la guardia y custodia de Martín en el juzgado de Primera Instancia número 28 de Madrid, pero siempre me fue denegada. Me la han concedido ahora, en abril de este año, cuando mi hijo lleva desaparecido año y medio y no se conoce su paradero». Entre las sentencias que muestra en sus manos, su gesto se contrae. «Se podía haber evitado», lamenta este padre.

Ya ha llegado el segundo cumpleaños que José no celebra con su hijo. Y la agonía en ese peregrinar por los juzgados incluso quiebra su sentido común. «A veces estoy agotado emocionalmente hasta con mi familia, aunque a mí no me descoloca salvaguardar los intereses de mi hijo y mi amor por él».

El último camino

Para este padre ya se ha agotado la vía judicial. Por orden de los juzgados de nuestro país, Intepol España ha solicitado tres requerimientos a Interpol Japón para conocer el paradero de madre e hijo. Pero toda reclamación ha resultado infructuosa. Las autoridades del país asiático han respondido que, conforme a las leyes japonesas, sólo pueden localizarles si se demuestra que la madre actuó con violencia en el secuestro, si se acredita que el niño ve a su progenitora como secuestradora y, además, que ésta no tiene capacidad para criar a su hijo. Japón no ha suscrito el Convenio de la Haya ni tiene tratado alguno firmado con España sobre sustracción de menores. Y esos parecen ser los verdaderos escollos de este caso.

Mientras tanto ni rastro de Martín. «No me preocupa mis cambios de sueño, ni de humor -dice José-. Todo es por y para el interés de mi hijo. No sé si está bien o no. Si está vivo, ni dónde. Si se ha roto una pierna o está enfermo. Si está bien acompañado y en qué entorno. Si está desatendido. Alguien tiene que darme alguna respuesta», exige este padre que en su desesperación ha cogido las maletas hacia Japón en busca del hijo que le han robado de sus brazos. Su intención no es más que colaborar con las autoridades japonesas y españolas. «Sigo con la esperanza de ese feliz reencuentro», escribía en una postal enviada esta semana a nuestro diario.

José Cacho muestra uno de los carteles que distribuye con la fotografía de su hijo Martín para que nadie olvide su búsqueda

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