
Nicolas Sarkozy se dirigió ayer al Congreso (Asamblea Nacional y Senado, unidos en una asamblea única) -lo que no hacía ningún presidente francés desde Adolph Thiers (1797-1877), presidente de la III República- para confirmar las grandes reformas previstas, y acompañar la lejana salida de la crisis con el anuncio de un empréstito nacional. Sarkozy reafirmó los principios de una «sociedad de libertades» incompatible con «signos de esclavitud» como el uso del burka, el estricto atuendo femenino islámico.
Sarkozy se dirigió al Congreso en el legendario anfiteatro del Palacio de Versalles, donde Thiers trasladó todas las administraciones del Estado y los diputados y senadores elegían al jefe del Estado durante la III República. Tras la Segunda guerra mundial, el mismo anfiteatro fue utilizado brevemente, para acoger el proyecto de «Commonwealth a la francesa» que fue la Unión Francesa.
Durante la IV y la V Repúblicas, ningún presidente volvió a dirigirse a diputados y senadores en tal anfiteatro, muy del Antiguo Régimen. Tras la última reforma constitucional, el presidente vuelve a tener el derecho, incluso el deber, de dirigirse al Congreso, reunido excepcionalmente en Versalles.
Levantar tabúes
A pesar de la sorda oposición de socialistas, comunistas y ecologistas -minoritarios-, el presidente Sarkozy utilizó ayer su nueva prerrogativa, para fijar la «hoja de ruta» de la segunda fase de su mandato presidencial, coincidiendo con el calvario de una todavía lejana salida de la crisis.
La crisis no solo ha disparado el paro: los déficits del Estado toman proporciones «abismales». Y Sarkozy anuncia la medida de extrema urgencia de un gran empréstito nacional, para financiar reformas, en unos términos que todavía deben matizarse.
Sarkozy procederá mañana al cambio de gobierno que deberá lanzar las nuevas reformas, sociales, políticas, culturales y sociales.
En el terreno social, Sarkozy avanza nuevos derechos para las víctimas de la crisis: más y mejores condiciones de asistencia.
En el terreno económico, el presidente considera «más urgente que nunca» la reforma del sistema nacional de pensiones y jubilaciones. Se levanta el tabú de la edad de la jubilación. Los franceses deberán trabajar «más o mucho más».
En el terreno cultural, Sarkozy considera que las nuevas tecnologías deben proteger la difusión y derechos de la cultura nacional y sus protagonistas. Su nuevo gobierno volverá al ataque con una nueva ley contra la piratería de los derechos de autor en internet.
Nuevos derechos sociales y económicos deben ir parejos, insistió Sarkozy, en la defensa de los valores propios de la sociedad francesa, anunciando posibles medidas legislativas contra quienes se aparten de tales valores: «El burka no es un signo religioso, sino una señal de esclavitud. El uso del burka no será bienvenido en la república francesa. El Parlamento deberá pronunciarse sobre la oportunidad de una nueva ley».