La música toma la palabra
Europa celebra el Día de la Música. ABC ha querido dar voz y ha reunido a los principales protagonistas de este sarao musical: los artistas. Un debate que ha puesto sobre el improvisado tapete los retos de la industria en nuestro país
El solsticio de verano es fuente alucinógena de ideas sustanciosas casi siempre relacionadas con los sentimientos artísticos. Y qué mayor poder de evocación que el que logra la música, esa pulsión (i)rracional de los corazones más inquietos.
Una inquietud que el ex ministro francés de Cultura, Jack Lang, decidió llevar a la práctica institucionalizando en toda Europa el Día de la Música. Su objetivo era dignificar un arte que a veces se aleja de la Cultura y contaminar acústicamente cada rincón del continente. Así, cada 21 de junio la música toma la palabra y eleva su voz.
Están todos los que son
También en España, donde organismos oficiales, con el Ministerio de Cultura a la cabeza, empresas privadas como Heineken, promotores, distribuidores y, sobre todo, artistas, dedican todos sus esfuerzos para regalar al público un día repleto de actuaciones, actividades y música, mucha música... gratis, o por amor a la causa, que suena más sufrido. Porque sufrimiento (del positivo, no crean) es lo que han experimentado los organizadores para poner de acuerdo a tantos músicos y de tanta calidad. Un esfuerzo cuya recompensa es ver subidos en un escenario a todos los grupos que, a día de hoy, tienen algo que decir en la escena musical española: Christina Rosenvinge, Vetusta Morla, La Bien Querida, Russian Red, Templeton, Joe Crepúsculo, Cohete, Nudozurdo... y un largo etcétera de acordes sin ningún desacuerdo.
Pero antes de trepar hoy a los múltiples escenarios de Madrid y Barcelona, ABC logró reunir a un nutrido grupo de los protagonistas del Día de la Música para que reflexionaran sobre el estado actual de la industria y el futuro de la misma. Un «consejo de sabios» compuesto por Christina Rosenvinge, Álvaro y Juanma de Vetusta Morla, Urs Hampel de Cohete, Álvaro de Templeton y Leo de Nudo Zurdo. A ellos se unieron dos de los artífices de que este día sea una realidad, Enrique Calabuig y Jorge Obón.
«La música es una necesidad vital», empezó enarbolando Álvaro, «vetusto» de profesión, y a su reclamo se fueron uniendo, uno tras otro, todos los sabios musicales. «Necesitamos la música, es parte de nuestra cultura. Todas las cosas que nos hacen felices acaban relegadas y no podemos permitirlo», se quejaba Leo, de Nudo Zurdo, con vehemencia. Vehemencia que no sólo manifestaron los más jóvenes, sino voces experimentadas y experimentales como la de Christina Rosenvinge, para quien «la música siempre ha sido un sálvese quien pueda. Por eso es necesario un Día de la Música».
Necesidad hecha virtud y palabra, como todas las frases del debate que pasaron por un análisis exquisito del estado de salud de la música en España. Una industria que, según Enrique Calabuig, «tiene una alta temperatura, pero no relacionada con la fiebre de males endémicos, sino debida a la enorme calidad de una generación joven que viene pisando fuerte desde canales alternativos». Esa generación no se limita a dejarse escuchar, sino que tiene una serie de claras reivindicaciones que, a modo de manifiesto, fueron puestas encima del improvisado tapete musical. La adaptación al nuevo modelo (puesto que crisis implica ruptura), un posicionamiento alternativo de las discográficas (tanto Vetusta Morla como Cohete tuvieron que «recurrir a la autoedición como única solución, aunque la ventaja es que esa solución ahora es posible») y, sobre todo, una gestión diferente de los derechos de autor. El malestar hacia el «monopolio» de la SGAE y el mal uso que ésta hace de sus beneficios (algo se mencionó sobre truculentas inversiones en palacios de Boadilla), así como la necesidad de gestores que conozcan realmente el sector, profesionales formados en la Música como materia, la legislación del copyleft o la ausencia de etiquetas fueron los puntos calientes del debate.
Eso sí, ni rastro de la manida crisis. Una crisis que para Leo, el integrante de Nudo Zurdo, «es mental. No existe crisis musical, hay talento a raudales y es agotador que siempre se hable de crisis en la música». Algo en lo que todos coincidieron, así como en el posicionamiento de internet como el canal alternativo (sin caer en el empacho digital, nada de coleccionar canciones) por el que irremediablemente pasa el futuro y que «está quitando cuota de poder a las discográficas». Pero ojo a la nota, como explica Chrsitina Rosenvinge, «indie no es sinónimo de honesto. En España las discográficas independientes ofrecen contratos más abusivos y una primera firma te puede condenar de por vida» (es el caso de Russian Red, cuyo litigio con Eureka, denunciado por la cantante en este periódico, ha hecho correr ríos de tinta).
Un caldo de cultivo muy positivo en el que el artista recupera el poder. Sin olvidar, como puntualiza Álvaro, de Vetusta Morla, que «no vivimos en el país de los Osos Amorosos». Lo hacemos en un territorio sembrado de talento musical, cuya cosecha no ha hecho más que empezar a germinar.
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