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El ridículo

MONTECASSINO

Hace unas semanas, casi todos los diarios del globo, publicaban con grandes titulares que «el mundo estaba indignado» por la prueba nuclear que acababa de realizar Corea del Norte. ¡Pobrecito el mundo que se indigna porque un país ridículo, dirigido por un bufón amanerado, lance un cohete y haga estallar una primitiva carga nuclear! ¡Pobrecita una comunidad internacional en la que gigantes como EE.UU., China, Rusia, Japón y otros poderosos aliados en la UE o en la OTAN, se dejando tomar el pelo por un dictador payaso que apenas puede alimentar a su ejército y tiene al resto de la población esclavizada y hambrienta! Se dijo que la provocación no quedaría sin respuesta. ¿Dónde está? ¿Quién es más ridículo, Kim Jung Il o el Consejo de Seguridad? Pero si Corea del Norte es un país patético, Irán es algo más serio. Y dentro de muy poco tendrá también sus armas nucleares. El ridículo que hace el mundo frente a Teherán es comparable al sufrido con Pyong Yang. Desde el sábado, los diarios que hablaban del enfado con Corea del Norte nos aseguran que en Irán se lucha por la democracia. La realidad es que sólo se manifiestan por algo parecido a la democracia los estudiantes de Teherán, el pijerío que diría aquí la prensa de la secta. El conflicto serio, el del poder, se dirime entre poderosos grupos de intereses, presión y sectas chiíes. Y todos quieren la bomba. Y estarían dispuestos a utilizarla. Por eso, quizás el ridículo mundial lo tenga que enmendar un minúsculo país que se sabe el primer objetivo de la futura bomba iraní. Adivinen cuál.

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