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Toñito

Anoche estuvo Toñito segando la hierba. Tendrá veintitantos años y está en el paro.

Yo le conocí de niño y, como toda su familia, trabaja bien el campo. Pero es que además Toñito es un excelente electricista. Al menos le queda la tierra, pienso cuando le miro, porque si ya es triste que alguien se quede sin nada qué hacer antes de tiempo, más doloroso aún es ver sin trabajo a quien tiene toda la vida por delante.

Huele más a hierba cuando se está haciendo de noche. Y al paso del tractor se va quedando más opaca, como si la hierba recién segada enseñara solo su envés, o como si su brillo fuera la vida que tenía antes de cortarla. Las golondrinas volarán por aquí mañana, porque todo campo recién segado es un saldo de insectos que han quedado al descubierto, una oportunidad nueva.

También los grillos reorganizan sus territorios cantando cada vez que se siega o se ara un campo y de ahí el estridular, exagerado, que salía a oscuras de la tierra mientras Toñito, con el tractor, segaba. Es bonito este trabajo de noche, con los faros del tractor alumbrando el verdor de la hierba, con los grillos al fondo, con la luz yéndose por el Oeste, con las tórtolas detenidas después de haber regresado esta semana y no haber dejado de pasar volando a toda velocidad en parejas, como si celebraran haber vuelto al mismo lugar otro año. Falta que llegue la codorniz. Falta aún que cante el cuco. Falta que espigue el maíz. Y ya estará todo como es debido en junio.

Menos Toñito, que se ha quedado sin trabajo. Antes de que se vayan las tórtolas, se le habrá terminado el paro.

www.aceytuno.com

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