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«Rendidos a tus plantas»
Asenjo coloca a la corona a la imagen de María Auxiliadora en el altar situado en el bulevar Gran Capitaán, acto al que acudieron más de ocho mil personas. RAFAEL CARMONA
Lunes, 11-05-09
POR ANTONIO VARO
CÓRDOBA. Se cumplían ayer 44 años y un día de la primera coronación pontificia celebrada en Córdoba, la de la Virgen de los Dolores, y el mal llamado bulevar del Gran Capitán acogió la tercera ceremonia de este tipo respaldada con decreto del Vaticano. Esta vez se coronaba a María Auxiliadora, a la que la Familia Salesiana cordobesa quiso reconocer los «cien años de bendiciones» cumplidos en 2008.
Amaneció nublado, muy nublado. Pero nadie lo dudó: la coronación sería en el Gran Capitán, y a las ocho y media salió desde la Catedral, en rosario de la aurora, la procesión con María Auxiliadora.
Y el mal llamado bulevar estaba lleno a las once, cuando con puntualidad vaticana dio comienzo el pontifical. El espacio reservado a las 5.700 sillas que se instalaron estaba totalmente ocupado, y más de dos mil personas siguieron el ritual desde fuera.
En total, unas 8.000 personas vieron cómo doce minutos antes del mediodía el administrador apostólico, Juan José Asenjo, ponía sobre la imagen del Niño Jesús la primera de las coronas cinceladas en oro por Emilio León; le habían sido presentadas por los padrinos, la parroquia de San Lorenzo -personificada en José Ignacio Aguilera, por convalecencia del párroco, Antonio Gil- y la Asociación de María Auxiliadora, en manos de su presidenta, Teresa Dueñas. A continuación, siguiendo el «Ordo coronandi», hizo lo propio con la de la Madre. Y entonces estalló un aplauso que se había contenido en respetuoso silencio durante los minutos previos. Globos azules y rosas subieron al cielo mientras las lágrimas bortaban de muchos de los ojos que se concentraban en improvisado presbiterio.
Fue el momento cumbre de la jornada, el eje de un día que comenzó nublado en la Puerta del Perdón y terminó bajo un sol que apretaba en el compás del santuario salesiano. En la homilía, Juan José Asenjo había sintetizado la teología y la liturgia de una coronación como la que se iba a celebrar, y señaló que «en esta hora del mundo, cuando tantos han perdido la fe, la contemplación del triunfo de María robustece nuestra esperanza, porque Ella es el lugar de encuentro de la humanidad con Dios».
Tras la imposición de las coronas, y siguiendo el curso habitual de la liturgia, casi noventa sacerdotes repartieron la comunión entre los asistentes, con «copones» de cerámica sellados con el logo de la coronación. Y antes de iniciarse el regreso al santuario, el rector mayor, el mexicano Pascual Chávez -noveno sucesor de San Juan Bosco- se ganó un fuerte aplauso cuando dijo que «ni en Italia existe una devoción a María Auxiliadora como en España, y en Andalucía como en ningún otro lugar», y pidió «que esta coronación nos sirva para ser más audaces en el anuncio del Evangelio».
Mensaje del Papa
Por su parte, Fernando Cruz-Conde, vicario general de la diócesis, dio lectura al mensaje en el que Benedicto XVI, además de impartir su bendición apostólica, exhortaba a los presentes a «incrementar el compromiso con la fe y la caridad».
Se formaba la procesión y sonaba el himno a María Auxiliadora, «Rendidos a tus plantas». Después de los densos nubarrones que cubrieron el cielo durante la misa, empezaba a brillar el sol en los ojos, muchos de ellos humedecidos por la emoción.

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