Lunes, 11-05-09
POR ANTONIO VARO
CÓRDOBA. «Yo estaba seguro de que no llovería». Lo decía Miguel Aragón, de la comisión organizadora, ya en las Tendillas, cuando las nubes estaban definitivamente rasgadas por el sol. No lo dijo, pero sabía que con el antecedente del peral, de hace un siglo, era imposible que lloviera.
Y no llovió, aunque el gris oscuro de los cielos impidió que se pusiera el techo del palio de Nuestra Señora de las Lágrimas, dosel de lujo previsto para la ocasión; sí estuvieron los respiraderos dorados del mismo paso. En el estrado, presidido por el altar, el paso de la Señora era escoltado por dos gobelinos del Museo Diocesano, que por cierto representaban una batalla de Alejandro Magno.
Pero se trataba de celebrar una misa. Y con tanta gente, había que localizar a los sacerdotes que repartían la comunión: paraguas azules con el emblema de la coronación los visualizaban desde lejos.
Puso solemnidad la música en tres coros, distintos pero complementarios: el Centro Filarmónico ponía voz y pulso y púa, el coro Cantabile su clasicismo y la coral Santo Domingo Savio su carisma salesiano.
Invitados
Y las autoridades e invitados, que no debían faltar. Baldomero Moreno, de la empresa Moreno S.A., estaba allí porque su factoría lleva el nombre de María Auxiliadora, junto a Juan Villalba, presidente de la Agrupación de Cofradías. El director de la Real Academia, Joaquín Criado, siguió el acto desde un balcón de la sede de Prasa. Y en cuanto a los ediles, mayoría absoluta del PP, con seis concejales (Nieto, Jaén, Torrico, Martín, Rojas y Ruiz), frente a cuatro del equipo de gobierno (Blanco, Tejada, Moreno y Cuadra). Ocaña no se estrenó.

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