No sé quién es más inteligente, si Sarkozy o Zapatero. El primero lo es bastante menos de lo que parecía a juzgar por los errores cometidos desde que gobierna y que en sólo dos años le han colocado ya por detrás de François Bayrou y de Martine Aubry en popularidad. Y eso con la oposición hecha unos zorros, lo que lleva a preguntarse dónde estaría con una oposición en plena forma.

Pero lo que sí parece claro es que Francia y España tenemos una capacidad comparable para el papanatismo y la ridiculización de las instituciones políticas. En ese terreno, las inteligencias de nuestras dos naciones están a la par, es decir, por los suelos. Y si nuestros vecinos ya habían demostrado su destreza para convertir la política en una gigantesca revista del corazón, nosotros también hemos dejado muy claro en las últimas horas que, puestos a transformar una cumbre política en un programa del corazón, somos insuperables. De ahí que la Cumbre Hispano-Francesa haya de ser rebautizada por la Cumbre Rosa Hispano-Francesa. Duelo de inteligencias entre nuestros presidentes, en el aire; duelo de inteligencias entre nuestras naciones, en tablas.

La cooperación entre los dos países, la crisis económica, ETA, el G-20 y demás «asuntillos» varios sustituidos por un único mensaje: Carla Bruni. Bruni con vestido negro, Bruni con vestido azul, Bruni con vestido de noche, Bruni con los Reyes, Bruni con la Princesa Letizia. Más allá de la política espectáculo, directamente a la salsa rosa política.

Hace casi un año, el gran dibujante Plantu publicó en «LŽExpress» una viñeta premonitoria. A la izquierda, y bajo el título «Después de Petra», Sarkozy caminaba con el hijo de Bruni sobre sus hombros. A la derecha, y bajo el título «Los próximos viajes», la que caminaba era Carla Bruni...con Sarkozy sobre sus hombros. Así ha sido el viaje y esa ha sido la Cumbre, la de Plantu.