La montaña de la fe
Medio millón de peregrinos toma Sierra Morena para honrar a la Virgen de la Cabeza
La diferencia entre una romería andaluza y el festival de Benicasim no estriba en el número de congregados sino en la superioridad manifiesta del fervor popular sobre la cultura de masas. Por perfecta que sea, poco puede hacer una mesa de mezclas para superar la sonoridad de una oración. Y en cuanto a la letra, dentro de un par de siglos, cuando las canciones del FIB sean sólo el recuerdo de una noche de verano, aún estremecerá el corazón la melodiosa emotividad con que los romeros llaman chocolatín del cielo a la Virgen de la Cabeza.
Ayer, en su día grande, cantaron de nuevo en honor de La Morenita. Centenares de miles de personas se congregaron en el cerro del Cabezo, diseminadas por una enorme superficie natural adobada de arboleda y piedras. Y coronada por el santuario en que trocó la ermita erigida a la madre de Dios para compensar humanamente el milagro que obró con el pastor de Colomera, impedido de un brazo, al que sanó tras aparecérsele en Sierra Morena un día de agosto de 1227.
Quienes desde el presente miran al pasado con suficiencia laica deberían acudir a la romería más antigua de España –se celebra desde el siglo XIV- para comprobar que la fe no se transmite en herencia. En el cerro del Cabezo no se conmemora una tradición sino que cada año se agradece un don, lo que, por la diversidad de los agraciados, convierte a un mismo escenario en un espacio siempre distinto.
Del mismo modo que un cuadro de El Greco no puede comprenderse en su totalidad sin la presencia del espíritu santo, tampoco es posible interpretar una romería sin tener en cuenta la esencia divina que la anima. La de la Virgen de la Cabeza no es una manifestación cultural apuntalada por la costumbre, sino la expresión devota de un pueblo que siente a Jesús y siente a María, a la que, para dejarlo patente, tributó honores de madre cuando pasadas las 12 del mediodía decenas de fieles la sacaron a hombros del santuario.
Previamente había tenido lugar la misa principal, oficiada por el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, dirigida a la multitud, entre la que se encontraban romeros de 63 cofradías filiales, además de los pertenecientes a la hermandad matriz. A la Eucaristía siguió la peregrinación de la Virgen y el niño por todas las casas de hermandad. Flanqueada por la muchedumbre, la imagen recibió innumerables piropos y no pocos críos, devueltos a sus padres por los trinitarios Rafael Márquez y Sergio García, subidos en las andas, una vez que tocaban el manto.
Precisamente, el que lucía la talla ha sido, junto a la corona, elaborado con motivo de la conmemoración del centenario de la coronación canónica, a partir de diseños del artista andujareño Pedro Palenciano. Ambos objetos fueron bendecidos por el nuncio de Su Santidad en España, Manuel Monteiro de Castro, durante la celebración de la Misa Pontifical que tuvo lugar 24 de abril en la iglesia de Santa María la Mayor, de Andujar.
A las autoridades, eclesiásticas y civiles, alegró la respuesta del pueblo de Dios a su madre. Así, Ramón del Hoyo resaltó “La buena impresión que se llevó en nuncio de Su Santidad de la Misa Pontifical por la buena organización y el respeto de los fieles a la ceremonia”. También elogió el fervor de los devotos de La Morenita: “Es difícil en otras diócesis ver esa expresividad y ese fervor. Por eso quiero participar, cada vez más, en esta forma de expresar la fe”.
Por su parte, el alcalde de Andújar, Jesús Estrella, destacó la excelente página escrita en la historia de Andújar por autóctonos y romeros, en tanto que el rector del Santuario, Domingo Conesa, comentó que peregrinar “es acercarse a Dios, a la trascendencia”. De ahí su conclusión: “Cada uno de nosotros somos la mejor corona de la virgen de la Cabeza”.
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