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Mandela pide el voto para que Zuma «erradique la pobreza» de Suráfrica

Mandela pide el voto para que Zuma «erradique la pobreza» de Suráfrica

Con el oficialista Congreso Nacional Africano -ANC, por sus siglas en inglés- en evidente declive político, y con su líder, Jacob Zuma, amparado bajo la más que justificada sombra de la corrupción, son pocos, sin embargo, los que dudan que este zulú de 67 años se convertirá en el nuevo presidente de Suráfrica en los comicios del próximo miércoles.

Una victoria -por mayoría absoluta- que no logrará disfrazar las miserias de un país que apenas cuenta con oposición política real.

Es cierto que, por primera vez desde el «apartheid», el ANC ha experimentado un debate interno que pude contribuir al proceso democrático.

Sin embargo, los apoyos públicos e institucionales desplegados hacia el Congreso del Pueblo -una escisión formada por disidentes leales al ex presidente Thabo Mbeki-, son todavía insuficientes para convertir a este partido en una alternativa política eficaz a los más de quince años de gobierno del Congreso Nacional Africano.

Pese a ello, los síntomas de una crisis interna, presente y futura, son ya evidentes. La pasada semana, el Nobel de la Paz Desmond Tutu -una de las figuras más emblemáticas de la política surafricana- aseguraba sentirse «defraudado» por la actuación de su partido.

Corrupción

Unas críticas que fueron formuladas tan sólo un día antes de que la Fiscalía retirara los cargos por corrupción que pesaban contra Zuma.

En este supuesto soborno, el líder del ANC habría recibido más de 600.000 dólares de manos de la empresa francesa de armas «Thales Internacional» cuando era el vicepresidente del país. Pese a la retirada de los cargos, la Fiscalía reconoció que el juicio contra Zuma podría reanudarse una vez terminadas las elecciones.

Sin embargo, su elección como presidente impedirán que tenga que comparecer ante un tribunal

Unas artimañas políticas -que como avisaba el pasado sábado Helen Zille, líder del partido opositor Democratic Alliance- pueden convertir a Zuma en el «Robert Mugabe surafricano». Un paralelismo que no resulta del todo desacertado.

Como ya ocurrió con el presidente de Zimbabue -símbolo panafricano de los 80- el ANC no ha sabido recorrer el camino político de dejar de ser un partido revolucionario de izquierdas para convertirse en un modelo democrático.

Bajo la excusa de «ser el partido de Nelson Mandela», la ola de delincuencia que sufre el país, así como su deficitaria política social y sanitaria -más de 5 millones de surafricanos tienen Sida- apenas cuenta con leves críticas de la comunidad internacional.

Sin embargo, y pese a estas lagunas políticas, en algunas calles surafricanas es posible escuchar visos de cambio. En los últimos días, la «Nación del arco iris» que promulgara Mandela, ha dado paso al más beligerante «tráeme mi ametralladora», clásica canción de batalla zulú que Zuma ha elegido como himno electoral.

Un símbolo eficaz

Ayer mismo, Nelson Mandela, el primer jefe de Estado negro que tuvo Suráfrica, acudió en Johannesburgo al mitin final del Congreso Nacional Africano (CNA) de la campaña para los comicios generales y pidió el voto para que su candidato a la Presidencia, Jacob Zuma, pueda «erradicar la pobreza».

Con una camiseta amarilla con la imagen de Zuma, Mandela estuvo sentado junto al aspirante a presidente y saludó a los dirigentes del CNA, entre ellos su ex esposa, Winnie Mandela, quinta en la lista electoral nacional del partido, pese a haber sido condenada en dos ocasiones por delitos graves.

Es la segunda vez en esta campaña que Mandela acompaña a Zuma en un acto electoral, tras una década apartado de la política activa.

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