El mono de los dardos

El «experimento del Doctor Fox» es toda una bonita parábola sobre sobre el comportamiento de algunos de los más convincentes expertos y analistas de nuestro tiempo. Consiste el experimento en que un actor se presenta ante un grupo de estudiantes como el doctor Myron Fox e imparte una clase magistral sobre «las matemáticas aplicadas al comportamiento humano», cuyo contenido es un puro disparate que el actor ameniza con gestos vivaces, varias bromas intercaladas y mucho neologismo incomprensible. Al término de la conferencia, se preguntó a los estudiantes su opinión, y sorpresa: la inmensa mayoría dijo que fue una lección de lo más interesante e instructiva.

Este experimento nos ayuda a entender por qué son tan persuasivos esos expertos analistas que saben vender el enloquecido discurso del Doctor Fox con chistes y ocurrencias contados con la mayor seriedad, grave semblante de sabelotodo, algún que otro neologismo de enteradillo y varios arranques de indignación. El sagaz analista Nicholas Kristof recordaba al Doctor Fox en una reciente columna en el «New York Times», en la que aprovechaba para reclamar la elaboración de un «Informe Evaluativo de Pronósticos realizados por Expertos» en el que se dé cuenta de los aciertos y desaciertos en las profecías hechas por los más reputados analistas de la actualidad. El informe -sin duda- sacaría los colores a todos los sagaces expertos incluidos. El propio Kristof cita otro estudio del profesor Philip Tetlock en el que se demuestra que expertos economistas, políticos y periodistas aciertan tanto en sus predicciones «como un mono tirando dardos a una diana».

Claro que el estudio está hecho en EE.UU., donde el experto hace predicciones de futuro. En España es diferente. Aquí hacemos predicciones del pasado. Y aun así, tenemos la misma puntería del mono de los dardos.