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La fragata «Numancia» repele un ataque pirata con fuego de advertencia

Convertido en el Maracaibo del siglo XXI, la ofensiva latente emprendida por los piratas somalíes en el golfo de Adén se ha visto recrudecida durante los últimos días, afectando a los intereses navieros de todo el mundo. La fragata «Numancia» evitó el pasado viernes un nuevo ataque por parte de estos bucaneros africanos en su primera misión dentro de la «operación Atalanta». Un esquife -con seis sospechosos de piratería a bordo- persiguió a corta distancia al carguero «MSC Lucía», de bandera panameña, situación que provocó que el buque de guerra español tuviera que realizar varios disparos de intimidación. Tras detener al bote sospechoso y recabados datos de sus tripulantes, se procedió a continuar con las labores de vigilancia por la zona de operaciones.

La fragata «Numancia» sustituye a la «Victoria» desde el pasado lunes, en el marco de la «operación Atalanta» de la Unión Europea. Al frente de esta misión se encuentra el capitán de navío Juan Manuel Garat Caramé, que el mismo lunes relevó al comodoro griego Antonios Papaioannou.

Muerte de un rehén francés

Una misión cuyos éxitos quedan empañados ante los innumerables fracasos de la comunidad internacional para contener a los piratas que arrasan las aguas del Índico. Sólo unas horas después del amago de secuestro repelido por la embarcación española, un rehén del velero francés «Tanit» -capturado el pasado sábado- fallecía y otros cuatro cautivos eran liberados durante una operación militar francesa, según un comunicado de París. A bordo del velero, que partió de Francia a finales de julio de 2008, se encontraban un niño de tres años y dos parejas, que se dirigían a Zanzíbar.

Mientras, el capitán estadounidense Richard Phillips afronta su quinto día de secuestro por los piratas somalíes. Phillips -calificado por el diario «Daily News» de Nueva York como «la representación de la más alta tradición del heroísmo en alta mar»- se ofreció el jueves a los piratas a cambio de su tripulación en el «Maersk Alabama». Luego, incluso intentó escapar de sus captores, y ahora se encuentra a la deriva junto con cuatro de ellos en una pequeña embarcación salvavidas. Según Andrew Mwangura, portavoz del Programa de Asistencia a Marineros para el Este de África, los secuestradores habrían exigido cerca de «un millón y medio de dólares» por su liberación.

Unas irrisorias pretensiones si tenemos en cuenta que por secuestros similares las cifras del rescate pueden llegar hasta los 30 millones de euros. Sin embargo, el «Maersk Alabama» -un portacontenedores de 17.000 toneladas que tenía la misión de llevar ayuda alimentaria a Uganda y Somalia- se encuentra ya en las seguras aguas del puerto keniano de Mombasa lo que alivia el bolsillo del armador.

Pero al margen de héroes mediáticos, los secuestros continúan en el Golfo de Adén. Ayer, un remolcador con bandera italiana, propiedad de una compañía estadounidense, con 16 tripulantes a bordo fue interceptado, según fuentes de seguridad marítima. Otro grupo de piratas somalíes atacó un buque de 26.000 toneladas y bandera panameña, aunque fueron repelidos por la tripulación, informó el oficial de la OTAN Stephan Gresmak.

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