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Los mensajes de Obama hacia Anápolis y el Islam hacen temer en Israel una «confrontación» con EE.UU.

Mientras países árabes de Oriente Próximo como Siria o Egipto aplaudían el discurso ofrecido el lunes por Barak Obama en Turquía, Israel contemplaba con preocupación el progresivo viraje de Washington hacia postulados que no son los suyos.

El vaticinio de una “ confrontación inevitable ” entre la nueva Administración norteamericana y el Gobierno derechista de Benjamín Netanyahu coincidía en los análisis de los principales diarios de Tel Aviv, que reflejaban con inquietud el mensaje de reconciliación lanzado por Obama al Islam, -incluido Irán-, y su reiterado compromiso con la solución de dos estados que, por primera vez en su mandato, el presidente de los Estados Unidos adscribió a lo acordado en 2007 en Anápolis. Precisamente, la vía de negociación con los palestinos de la que el nuevo Ejecutivo judío, a través de su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, renegaba la pasada semana declarándola “muerta”.

Israel “valora el compromiso del presidente (Obama) con su seguridad y deseo de avanzar en el proceso de paz” y “colaborará estrechamente” con Estados Unidos, rezaba el comunicado que, a modo de respuesta, emitió la oficina de Netanyahu evitando hacer mención, una vez más, a la creación de un Estado Palestino. “Habría que ser ciego para no verlo escrito en el muro”, espoleaba “un alto oficial de Jerusalén” citado por el rotativo Yedioth Ahronoth en alusión a un más que probable “incremento de las tensiones” entre la Casa Blanca y el Gobierno israelí, que ya tiene sus fechas críticas: la visita el lunes del enviado especial de Washington para Oriente Próximo, George Mitchell, y la del propio Obama, que presumiblemente viajará al país judío en junio.

A falta de que EE.UU. entienda que Netanyahu tiene una agenda distinta a la de su predecesor, Ehud Olmert, se cree que Mitchel podría inaugurar en esta visita una postura de “fuerte presión”, exigiendo a Israel explicaciones por el punto muerto en que han caído las conversiones con los palestinos y en relación a la expansión de los asentamientos en Cisjordania. Sobre las relaciones bilaterales planea, pues, el temor a que se reediten las fisuras que ya mantuvieron Netanyahu y Bill Clinton, iniciadas justamente a cuenta de sus diferencias en relación al fin de las colonias en los territorios ocupados.

“Que nadie espere que la Administración norteamericana va a adoptar la nueva posición israelí”, advertía pesimista el editorial del Haaretz, “el Gobierno israelí, los palestinos y los sirios deberán decidir si comparten la visión de Obama o si prefieren el camino de la confrontación con EE.UU”.

Desde la Autoridad Nacional Palestina, según una fuente próxima al presidente Mahmud Abbás, las expectativas sobre la nueva política de Obama en el conflicto han suscitado satisfacción y el deseo de que EE.UU aprecie que “somos nosotros y no Israel quienes respetamos los acuerdos para la paz que se escribieron no en Ramala, sino en Washington”, en alusión al documento de Anápolis.

Distanciamiento entre Netanyahu y la ANP

El distanciamiento entre el Gobierno de Netanyahu y la ANP crecía después de que Israel derribara en Jerusalén Este la casa de un palestino, autor de un ataque con excavadora que en julio pasado mató a tres israelíes. La operación desembocó en graves altercados en los que falleció otro palestino de 20 años, que, según la versión de la Policía hebrea, fue abatido cuando intentó atropellar con su coche a varios agentes. En su primera y hasta ahora única visita a Israel, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, se mostró en desacuerdo con la política israelí de demolición de viviendas palestinas en el Jerusalén oriental.

Las palabras de Obama, en las que el lunes subrayó que Estados Unidos "no está, ni nunca estará en guerra con el islam", fueron elogiadas por el el canciller sirio Walid al Moallem, que subrayó que el discurso"refleja su claro interés en la solución binacional".

Al Moallem agregó que se trató de un mensaje importante y positivas, pero dio a entender que los árabes esperan que Washington ejerza presión al nuevo gobierno extremista israelí del primer ministro Benjamin Netanyahu, para que acepte la creación de un estado palestino. "Necesitamos ver cómo negocia Estados Unidos con el gobierno israelí, que representa a la extrema derecha y rechaza la solución binacional", indicó al Moallem al diario As Safir de Líbano. El canciller egipcio Ahmed Aboul Gheit reconoció los señalamientos de Obama como "sensibles y creíbles".

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