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Una unión mal enfocada

Hoy y mañana, Turquía y España se reunirán en la cumbre de la Alianza de Civilizaciones (AC) en Estambul. A primera vista, esta alianza entre Turquía y España creada en 2005 parece una empresa sensata y estratégica. En el mundo posterior al 11-S, la AC ofrece la promesa directa de aunar dos civilizaciones encontradas de forma pacífica. Ésta es una idea preconcebida básicamente errónea ya que, de hecho, Turquía y España no pertenecen a dos civilizaciones opuestas, sino más bien a la misma civilización occidental. Aunque Turquía y España tengan religiones distintas, en el siglo XXI las civilizaciones no se basan en religiones, sino en valores e instituciones compartidos. Turquía y España son miembros de muchas instituciones occidentales, desde la OCDE hasta la OSCE. Son aliados en el club occidental de seguridad más prominente, la OTAN, y también son miembros de la familia de la Unión Europea, puesto que España es miembro y Turquía está negociando su adhesión.

La AC es una unión mal enfocada. Representa una visión del mundo moderno distorsionada por la religión, ya que insinúa que Turquía y España no pueden pertenecer a la misma civilización debido a que sus religiones son distintas. La AC, que se estableció por iniciativa del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco, en el poder), da a entender que Turquía no pertenece a Occidente. Ésta no es una forma positiva de fomentar el ingreso de Turquía en la UE.

Desde que el AKP llegó al poder, algunos analistas han insinuado que el acercamiento de Turquía a Hamás, Irán, Hizbolá y Sudán se rige por motivos islamistas. Otros han refutado esta afirmación y afirman que el AKP se mantiene fiel a las orientaciones occidentales de Turquía. La AC, sin embargo, da a entender lo contrario. La Alianza ofrece una vía para adentrarse en la mente del AKP; según este partido, Turquía no es un miembro de Occidente.

Con su visita a Turquía de hoy y mañana, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, espera contrarrestar el alejamiento de este país con Occidente haciendo hincapié en las inclinaciones occidentales de la nación turca. Obama dirá a los turcos que pertenecen a Europa y a Occidente, mientras que la cumbre de la AC insinúa lo contrario. La AC da a entender que EE.UU. y Turquía también pertenecen a civilizaciones distintas. En su forma actual, la AC no concuerda con el mensaje de Obama de que Turquía es occidental. Sería una pena que el presidente transmitiera un mensaje contradictorio apoyando la AC.

Miembro del Instituto

Washington para

Política de Oriente Próximo

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