Contra la crisis, «El Capital», a ritmo de musical y en chino mandarín

El comunismo vuelve a renacer de sus cenizas en estos tiempos difíciles de crisis financiera e incertidumbre sobre el modelo capitalista. Si no en su versión meramente política, al menos en la más lúdica y comercial, que para eso el consumo es la mejor fórmula para incentivar la economía.
En China, que se ha entregado al libre mercado con la misma pasión con que abrazó el socialismo, ya se está preparando una novedosa adaptación teatral de «El Capital», la obra cumbre de Karl Marx, el padre del comunismo junto a Engels. Pero, en esta ocasión, el discurso en defensa de la clase obrera y contra la explotación de los empresarios no será recitado en forma de proclamas políticas ni arengas sociales, sino con canciones de denuncia en mandarín.
Una compañía teatral de la muy capitalista ciudad china de Shangai, una de las principales sedes financieras y comerciales del mundo, se ha propuesto poner música a «El Capital», cuyo primer volumen fue publicado en 1867. «Resucitaremos las teorías de Marx de una forma amena, interesante y educativa que será divertida de ver», explicó el director de la obra, He Nian, al periódico oficial en inglés «China Daily».
Inspirándose en la obra de Marx, este musical narrará la historia de un grupo de oficinistas que descubren -fíjate tú qué novedad- que son explotados por su jefe, lo que les dará pie a criticar, a través de canciones y números de baile, las desigualdades del sistema capitalista en el reparto de la riqueza y las penalidades y miserias que sufre el proletariado.
Para ello, esta producción del Centro de Arte Dramático de Shangai, cuyo estreno está previsto el próximo año, cuenta con el asesoramiento de Zhang Jun, un profesor de Economía de la Universidad de Fudan que se encargará de que el mensaje marxista llegue a la audiencia alto y claro. Aunque lo primero parece asegurado por el género de la obra, Zhang Jun recalcó al «China Daily» la oportunidad de esta adaptación «porque la crisis económica se ha convertido en un tema clave en la vida de la gente».
En su condición de «fábrica global», China ha resultado seriamente afectada por el tsunami financiero debido a la caída de sus exportaciones por el frenazo del consumo en todo el mundo. De hecho, más de 67.000 factorías se han visto obligadas a cerrar y unos 20 millones de trabajadores, la mayoría emigrantes procedentes del campo, han perdido sus empleos desde que estalló la crisis.
Este tremendo impacto ha dañado al espectacular crecimiento económico del gigante asiático, un país dirigido por un régimen que aún se sigue definiendo como comunista pero que se arrojó en brazos del capitalismo más salvaje con las políticas de reforma y apertura que empezó a aplicar en 1978, dos años después de la muerte de Mao.
Con una enorme brecha abierta entre ricos y pobres, así como entre las desarrolladas ciudades de la industrializada costa oriental y los atrasados pueblos del interior, China está viviendo una Revolución Industrial como la que llevó a Marx a escribir sus tratados en el siglo XIX.
Al igual que en la dickensiana Inglaterra de las minas de carbón, el ferrocarril y los sórdidos suburbios obreros, miles de campesinos chinos llegan cada día a las fábricas chinas en busca de un futuro mejor a cambio de sueldos de miseria y turnos interminables. Pero, debido a la férrea censura que impera en el «dragón rojo», es poco probable que el musical ponga en solfa las contradicciones del «milagro económico» chino. Ni siquiera con agudos gorgoritos como los de la ópera de Pekín, ya que el director del Centro de Arte Dramático de Shangai, Yang Shaolin, dejó claro que la obra se parecerá más a los vistosos espectáculos de Broadway o Las Vegas que a las propagandísticas óperas revolucionarias que proliferaron durante la Revolución Cultural. «Tenemos confianza en que obras maestras teóricas puedan ser transformadas en algo fácil de entender para el público», explicó Yang Shaolin.
No le será complicado, ya que no se comenta otra cosa en todo el mundo. Como reconoce el propio director de la obra, «allá donde voy a cenar con mis amigos que trabajan en oficinas, no hacen más que hablar de recortes de presupuestos y empleados despedidos». Para ellos, el musical chino «El Capital» cantará aquello de «proletarios del mundo, uníos».
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