CCM, cataclismo financiero y político
Esta tarde se ha producido el mayor cataclismo financiero, y en buena medida político, de la historia de Castilla-La Mancha, que por desgracia tendrá en su currículo el haber protagonizado la primera intervención de una caja de ahorros por parte del Banco de España , la segunda que se produce de una entidad financiera tras la de Banesto en 1993. De esta forma, queda abortado el intento de lo que iba a ser también la primera fusión de cajas de distintas Comunidades, Caja Castilla-La Mancha y Unicaja, pese a las intensas gestiones que los responsables de ambas entidades han venido realizando en las últimas semanas. Era el intento desesperado por salvar a Caja Castilla-La Mancha, inmersa en un mar de rumores, conjeturas e informaciones que apuntaban a un agujero negro que la mayoría de las fuentes situaban en 3.000 millones de euros. Pero ayer el fino hilo se rompió y los responsables del Banco de España comunicaron a la cara al presidente de la entidad castellano-manchega, el socialista Juan Pedro Hernández Moltó , que hasta aquí había llegado su aventura financiera. Como también la de su Consejo de Administración, que será sustituido por el equipo que nombre el Banco emisor.
Este desenlace demuestra que todos los intentos por minimizar al situación de CCM eran tan irrealistas como ilusorios. Ha llegado el momento de explicar las causas que han motivado la intervención. Desde el punto de vista estratégico, parece claro que el desplome de Caja Castilla-La Mancha en su balance ha venido derivado de su fuerte apuesta por el sector del ladrillo. Era la manera de crecer lo más rápidamente para tomar tamaño, pero la estructura del edificio se desmoronó arrastrado por la crisis. Sin una diversificación más compensada, sus fuertes inversiones en grandes constructoras como Metrovacesa, Colonial, Lábaro, Abantis o Reyal han pasado una factura muy cara. A eso hay que añadir, en el ámbito más propio de Castilla-La Mancha, los créditos millonarios recibidos por empresarios de la Comunidad cercanos, como está reconocido, a la órbita del Gobierno regional. Por si fuera poco, y esto es socialmente lo más grave, la imagen de CCM se ha visto salpicada desde hace unos dos años por el "tsunami" de la rumorología callejera, que apuntaba a un deterioro de su imagen y en especial a la desconfianza. Las consecuencias han sido tremendas: dos mil millones de euros retirados por los clientes a través de la ventanilla en sólo dos años. ¿Qué pasará mañana lunes cuando se abran de nuevo las cientos de oficinas existentes en la geografía castellano-manchega, en Valencia o en Madrid, comunidad donde también está implantada?
Pero la situación de una caja no se entiende sin su vertiente política. La excesiva politización de estas entidades es posiblemente su mayor problema, derivado del obsesionante deseo de control por parte de los gobiernos de turno. Pero en el caso que nos ocupa, ¿cómo será la cosa que ni Zapatero ni Barreda , con el apoyo de Chaves , han podido evitar un desenlace tan sonoro como es la intervención? Lo peor es que, a pesar de este lamentable ejemplo, hay serias dudas de que los responsables políticos se decidan a abordar una deseada revisión de la Ley de Cajas.
A partir de ahora, se inicia un proceso técnico de saneamiento de la entidad, que precisamente garantiza en esta situación los depósitos de los ahorradores, pero lo que se abre definitivamente es un duro frente político en el panorama castellano-manchego. Por si era poco el asunto del Estatuto y del trasvase de agua Tajo-Segura, la rivalidad cada vez más encarnizada entre José María Barreda y María Dolores de Cospedal subirá de temperatura. En esta tesitura, el Gobierno socialista castellano-manchego no afronta la mejor de las situaciones. Sencillamente porque el músculo financiero de la región ha pasado a la UVI. Y esto necesita una explicación. El Partido Popular, al que se le ha tachado de alarmista en este caso, está en su derecho de ejercer su papel de control, pero también obligado a actuar con responsabilidad en un asunto tan sensible. No cabe duda que la intervención de Caja Castilla-La Mancha aparece desde ahora en el panorama político castellano-manchego como un factor de primera magnitud, capaz de tener consecuencias electorales. El tiempo dirá si es así y cómo lo utiliza cada cual.
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