Reclutas patosos

Bueno, y cuando en Madrid ordenemos la basura por montoncitos, como quiere la concejala Botella, y nos acostemos a las nueve de la noche, como quiere don Ignacio Buqueras y Bach, ¿qué? Porque, bajo los escombros de la crisis, la concejala Botella, que se peina donde el Mefistófeles de Esparaguerra (el de «¡Una Nació, una Selecció!»), prepara multas que suponen lo menos un mes de paro para todo aquel que caiga en las fauces de sus detectives de la basura. Trescientos intocables vestidos de extras de «Cowboy de medianoche» revolviendo en los cubos de la capital del país de los parados en busca de una pista delatora para pasarle la bacaladera de la tarjeta de crédito a la comunidad de vecinos que confunda el cartón de la leche con el lomo de un arenque. En la negra noche municipal de Gallardón & Botella ¿quién hace de Joe Buck/Jon Voight y quién de Rico «Ratso» Rizzo/Dustin Hoffman? Como el clásico, Gallardón & Botella son, por temperamento y por formación, unos fervorosos creyentes del orden, pero el Manzanares, decía el mismo clásico, será siempre un obstáculo para una política española de gran estilo, y no estamos pensando en Valdano (rebautizado por el «As» como «sabio multidisciplinar del Renacimiento»): «Inevitablemente, allá lejos, el Mediterráneo, sabio y culto, y el Atlántico, ancho y heroico, explotarán siempre el raquitismo del río de la Corte para silbar como la serpiente del Génesis al oído de las ciudades costeras una palabra de tentación y orgullo: “Podéis ser como dioses...” Lisboa oyó ya, hace siglos, a la serpiente. Barcelona sueña también, al arrullo del silbido prometedor». ¿Cómo entender la perra que la concejala Botella ha cogido con nuestra basura? «Quiero que esas letrinas estén tan limpias que hasta la mismísima Virgen pueda entrar en ellas con la cabeza bien alta», gritaba a los reclutas el sargento blasfemo de «La chaqueta metálica». Y el caso es que, como vecinos, los madrileños ya pueden sentirse reclutas patosos.