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«¡Gracias a Dios aquí no hay televisión!»
Una de las hermanas carmelitas tras la reja del locutorio
«Las horas» de una carmelita descalza
06:30 ‘Toque de tablillas’.
07:00 Las hermanas ya están en el coro de la iglesia. Toca la campana de la torre, y las hermanas dedican una hora a la oración en silencio y a oscuras.
09:00 Misa.
10:00 Cada hermana se dedica a su ‘oficio’ de portera, tornera, hortelana, cocinera…
11.50 Toca una campana interior, y se vuelve a la liturgia de las horas.
12.15 Comida.
13 a 14. Tras la comida, a cada hora de oración le corresponde una de charla entre las hermanas.
14 a 15. Una hora de silencio, cada hermana en su celda (en verano se puede dormir).
15:00 Vuelve a tocar la campana interior, y las hermanas dedican una hora a ‘nona’ y lectura.
16:00 Toca la campana interior, y las monjas vuelven a sus oficios.
17:45 Reunión en el coro para preparar la oración.
18:00 toca la campana de la torre, y se reza vísperas.
19:15 Cena (“Una sopa, a lo mejor, con alguna raspa”, aclara Irene).
20 a 21. Tras la cena, otra hora de charla entre las hermanas.
21.00 Se reza el Rosario y las Completas.
22:30 Maitines.
23:40 Las hermanas se retiran a dormir.
Actualizado Martes, 24-03-09 a las 11:54
El ’Toque de tablillas’ despierta a las hermanas. La encargada de la semana golpea a modo de castañuelas las tres tablas de madera unidas por una cuerda, y canta. ¡Alabado sea Jesucristo, y la Virgen María, su Madre!, ¡a la oración hermanas, alabad al Señor! Todas las carmelitas descalzas del convento de La Granja de San Ildefonso se levantan así día tras día. “Se canta la sentencia para que todo el mundo se levante con buen humor”, explica la hermana Irene.
Como los primeros eremitas del Monte Carmelo, las hermanas de la orden refundada por Santa Teresa de Jesús van descalzas. “Bueno, en realidad llevamos alpargatas”, aclara la Madre Superiora. “Desde la fundación de la orden hemos vivido como la Santa Madre nos dejó”, asegura María Paz. Para contrarrestar el avance protestante en Francia “el Señor ordenó a Santa Teresa fundar tantos carmelos como pelos tenía en su cabeza”, explica la Madre Superiora.
“Aquí no hay paro, hay pluriempleo”
En el convento de La Granja son trece. Hay monjas de todas las edades, 45, 60, 70 años… La hermana Belén tiene 35 años y es ingeniero agrónomo. Es la tornera del convento. “Aquí no hay paro, hay pluriempleo”, dicen. Abandonó su anterior vida “para tener un gran porqué en la Vida”. Iba para misionera, pero se dio cuenta de que sólo podría servir a todas las almas del mundo a través de la oración. Tuvo novio. “Yo era la que movía la fiesta. La madre de mi novio me decía, ¡y yo que pensaba que te ibas a arreglar con mi hijo! Yo le contestaba, ¡lo siento, ya estoy prometida!” El caso de Irene fue distinto. Cuando entró en el convento su madre se quedó fuera. “En ese momento mi padre me dio el primer gran abrazo de mi vida”, recuerda una de las hermanas.
Una vez al mes, las trece hermanas reciben visitas familiares. También pueden recibir a amistades, pero éstas suelen ser menos fieles. “Muchos amigos empiezan a venir, pero luego desaparecen”, asegura María Paz. En la entrada del locutorio un cártel advierte: “Todas las visitas tienen que ser para el trato de Dios, si no concluya presto”. Las visitas son uno de los pocos medios de comunicación con el exterior. En el convento no hay radio y todas las lecturas son de tipo espiritual. “No tenemos periódicos, sólo llega el L’Osservatore Romano y algún recorte del ABC”, asegura María Paz. “¡Y gracias a Dios aquí no hay televisión!”, aclara la Madre Superiora. Eso sí, las carmelitas cuentan con una página web, que no pueden visitar, claro.
La oración es el centro de la vida en clausura. “Si nos hemos metido aquí no es por egoísmo, sino para salvar a todas las almas, no sólo las nuestras”, dice Beatriz. El rigor del Monte Carmelo se nota también en la mesa. No comen carne y ayunan ocho meses del año, desde la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz hasta Pascua de Resurrección. Y en ocasiones, Dios pone a prueba su fidelidad a la regla carmelita. “Estos días se nota en el plato que la hortelana ha caído enferma”, confiesa con resignación cristiana Irene.
Ataques al cristianismo
Frente a los desafíos a la moral que protagonizan la actualidad política nacional las hermanas no pierden la esperanza. “Nos llegan muchas cartas de católicos que se movilizan contra el aborto, la eutanasia... Sabemos que el triunfo de esta lucha está en los conventos de clausura, y en la oración de todo el mundo”, dice Beatriz. La oración es el arma con el que cuentan las hermanas. “En una ocasión la priora nos dijo: ¡Hijas, que mal lo estamos haciendo!”, recuerda la Madre Superiora.
No entienden por qué se están quitando los crucifijos de muchos colegios españoles. Para explicar la actual deriva laicista del Gobierno español recuerdan unas palabras de Ioseph Ratzinger antes de ser nombrado Papa. “Sólo hay dos posibilidades, o construir un mundo con Dios, o construir un mundo contra Dios”. Pero para estas monjas nada está perdido. Su visión de la juventud española es positiva, aunque creen que los jóvenes españoles de hoy están desorientados. “Antes se sabía qué estaba mal y qué bien. Pero ahora, ¡todo es relativo!”, explica María Paz. “Los jóvenes malos hacen mucho ruido, pero buenos, claro que los hay, ¡muchos!”, concluyen.

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