Nace un nuevo «amour fou»
Ha nacido una competición entre Francia y Alemania sobre qué país es más proteccionista, qué gobierno será el «alumno predilecto» de Obama en su próxima gira europea, quién tiene más influencia dentro de la OTAN, y sobre qué país tiene una mejor relación con Rusia. Pero la competencia raras veces sirve para dar estabilidad a una relación amorosa.
Merkel y Sarkozy compartieron plataforma en la conferencia de seguridad de Munich y firmaron juntos un artículo en el «Süddeutsche Zeitung» en el que pedían una mejora en las relaciones UE-OTAN, una Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) más sólida en el marco de la Alianza y más compromiso de la UE en los conflictos internacionales. Pero a su discurso le faltaba vigor y sonaba demasiado a música antigua. Durante 40 años, alemania, Francia y EE.UU. han formado una especie de «ménage à trois», con Berlín como mensajero entre París y Washington. Alemania en los 90 apostó por una defensa europea en el seno de la OTAN. Francia tomó la dirección contraria. Ahora, Francia vuelve a la OTAN y Alemania debiera estar contenta: se acabaron las disputas Alianza vs PESD; se acabó el ver a Francia como una mera concubina.
¿Está contenta Alemania? Se puede decir que Berlín está siendo excluida del nuevo «amour fou» entre Francia y EE.UU., quizás en detrimento de Europa. Pero las preguntas importantes son si la nueva arquitectura de seguridad en el continente se canalizará institucionalmente a través de la UE o de la OTAN, y el lugar que Rusia vaya a ocupar en este esquema. Y para ello, la OTAN es una institución necesaria pero ya no suficiente.
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