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No son conscientes

EN la madrugada del 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana ocupaba su turno de vigía en La Pinta, la más veloz y marinera de las carabelas de Cristóbal Colón. Si el joven grumete hubiera tenido la vista fija en la estela de su embarcación, cuando esta hubiera embarrancado en las arenas de Guanahani, al despertar de su ensimismamiento, se hubiera limitado a decir: «¡Coño!». Afortunadamente, el marinero andaluz estaba al acecho y pudo inscribir su nombre en la Historia por gritar: «¡Tierra a la vista!». Entre un gran descubrimiento, como el de América, y un profundo cataclismo, como el de nuestra situación económica, no suele mediar más distancia que la de la atención, voluntad y experiencia de la tripulación correspondiente.

Entre los enrolados en la nave gubernamental de José Luis Rodríguez Zapatero hay, evidentemente, muchos marineros de agua dulce y, a juzgar por sus conductas, la mayoría tiene que pensar un rato para confirmar que babor y estribor se corresponden con la izquierda y la derecha. Entre tantos navegantes sin brújula destaca María Teresa Fernández de la Vega. Unas veces, cuando no naufraga por las aguas del tercer mundo, actúa de contramaestre y otras como sobrecargo; pero tiende a levantarse más temprano que los demás y a mirar de frente.

Este pasado miércoles, en la acostumbrada reunión de la comisión de subsecretarios y secretarios de Estado que De la Vega preside como preparación del Consejo de Ministros, las ideas redentoras de nuestros muchos males presentes brillaron por su ausencia. Las tres decenas de titulares de esta comisión están seleccionados a escala de sus ministros respectivos y, en consecuencia, su dimensión parece más adecuada para Liliput que para la vida real.

De la Vega les dijo a sus pupilos al advertir su absoluta vaciedad en ideas y proyectos: «¡Parece que no sois conscientes de la situación que estamos atravesando en el país!». Así lo cuenta Luis Rodríguez Aizpieolea, el más solvente de los hagiógrafos de Zapatero y así debió de ser. Por una vez, y ojalá que sean muchas más, coincido con la vicepresidenta. Los problemas nacionales son muchos y graves. No se limitan a la crisis global y, en amplio muestrario, impiden la prosperidad nacional y afligen, especialmente con el paro, a la ciudadanía. Claro que no basta con gritar ¡tierra! Hay que coger el timón y navegar. ¿Será consciente el propio Zapatero?

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