Identifíquese
Nos obliga el Ministerio del Interior a identificarnos a los que tenemos para el teléfono móvil tarjeta prepago, si no queremos perder este año el número.
Lo entiendo perfectamente, porque yo también vivo obsesionada por tener identificados a todos los pájaros. Ya manifestó esta misma obsesión Nabokov con los lepidópteros, cuando dijo: «No puedo separar el placer estético de ver una mariposa y el placer científico de saber qué es».
Va como una saltacercas, inherente a la especie humana, querer identificarlo todo. Puede que sea este aspecto de nuestro ser lo más valioso de la Naturaleza, ya que la mirada humana va queriendo nombrar e identificar la vida que tiene delante, por lo que nada existe sin ella, o al menos no existe con nombre y apellidos; y cuando dragan los mares a tres mil metros de profundidad y encuentran un crustáceo hialino aún sin identificar, como sucedió hace unos días, deja por fin de estar perdido en el universo infinito y oscuro de las especies desconocidas, cuando le damos nombre, descripción y familia. Señala Lewontin que el 99,999 por ciento de las especies que han existido sobre la Tierra se han extinguido ya; pero las especies más desaparecidas en el pasado, el presente y el porvenir, son las que ni siquiera dejaron un nombre.
Empero, a mí la inexistencia de mi móvil me gustaba, y cuando alguien me llamaba para hacerme una oferta, cosa rara en los teléfonos prepago al considerarnos una subespecie inferior, me daba tranquilidad que no conociera mi nombre de antemano.
Lo que no entiendo de esta campaña, es por qué el ministro me trata de tú, «Identifícate»; si yo a usted, no le conozco de nada.
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