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Las canas de Obama

Las canas de Obama

A Barack Obama le están saliendo canas y el país se pregunta angustiado: ¿tan pronto? ¡Pero si sólo lleva 45 días en la Casa Blanca! «The New York Times» y «The Washington Post» coincidían ayer en dedicar a este tema casi tanto espacio como a la gira de Hillary Clinton por Oriente Medio, para llegar a la misma conclusión: que Obama está acusando físicamente el estrés de la presidencia muy rápido.

Cualquiera diría que hablamos de Peter Pan. A pesar de su insultante juventud política, Obama cumplirá el próximo 4 de agosto 48 años, edad más que suficiente para peinar canas, tal y como recuerda Zariff, su peluquero. En realidad Obama ya las empezó a peinar -y lo anunció en público él mismo- hacia el final de la campaña electoral. Tan oportuno era el momento, que no faltó quien le acusara de teñirse el pelo de gris para tener un aire más distinguido.

Pero el peluquero niega rotundamente que Obama se tiñera entonces o que se piense teñir ahora. Más detalles: lo lleva tan cortito porque se repasa el corte cada quince días.

Por cierto, ¿Zariff a secas? Pues sí, así se presenta este peluquero de Chicago, que en realidad es más bien un barbero clásico, y al que Obama se refiere como «Smitty» en sus precoces memorias «Dreams from my father». Allí habla de la barbería de Zariff como uno de las primeras puertas que se le abrieron para integrarse en la ciudad. Fue Zariff quién le contó lo importante que fue para la comunidad afroamericana de Chicago tener el primer alcalde negro. De eso hace catorce años, tantos como Zariff lleva cortándole el pelo a Obama, se supone que sin haberle hecho nunca descuento: la tarifa son 21 dólares. La única concesión es que el barbero dice ahora que está dispuesto a desplazarse cada quince días de Chicago a Washington.

Otra cosa es si Obama le agradecerá el esfuerzo o preferirá ir a lo práctico y buscarse un peluquero en Washington; podría ser una forma de repetir la jugada, de volver a triunfar por los pelos. Claro que allí igual se van al otro extremo de fashion y le aconsejan que se tiña como se teñía Ronald Reagan. O que se deje crecer melena al viento a lo Bill Clinton.

Clinton es quizás el presidente que más juventud y salud ha perdido hasta ahora en la Casa Blanca: al poco de irse le tuvieron que operar del corazón. Nadie duda de que el estrés que soporta un comandante en jefe pasa factura.

Otros opinan que lo que castiga a los presidentes no es la presidencia en sí sino todo el largo y tremendo esfuerzo que hay que hacer para llegar a ella, esa campaña electoral de años. En el Post recuerdan que aunque Obama lleva en el poder sólo 45 días, han transcurrido 755 desde que «aquel senador con cara de niño anunció su candidatura».

Durante estos 755 días Obama sin duda ha madurado mucho. Pero, ¿tanto como envejecer? A él se le ve poco preocupado: bastante tiene él con lidiar con la economía, con Oriente Medio, con Guantánamo y con ser padre de familia. George W. Bush decía que a él no le salían canas -le salieron muchas mientras era presidente- por la tensión de la Casa Blanca sino por tener dos hijas en edad adolescente. O sea que Obama aún no ha visto nada.

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