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El sueño

HE soñado que hoy Emilio Gutiérrez vuelve a Lazcano sin la maza en la mano derecha. Que pasea por su pueblo y saluda a sus vecinos con normalidad: buenos días Ane, qué tal estás Jon. Sueño que Emilio no tiene que mirar hacia atrás cada vez que cambia de acera y entra a sacar dinero a un banco donde antes hubo una herriko taberna. Sueño con unos padres agradecidos con un hijo que ha sabido interpretar la ansiedad y aflicción de millones de españoles despistados, agobiados, paralizados por la normalidad que dicta la violencia repetida. Sueño con este hombre tan razonable que ahora proclama su arrepentimiento. Su esperanza de vivir sin ver su cara en los telediarios. Sueño que sueña Emilio con las calles de Lazcano limpias de pintadas y carteles donde le llaman fascista y piden cárcel para él. Sueño con que la Policía y la Fiscalía investigan quiénes son los que ponen los carteles.

Sueño con el País Vasco y con un presidente respetuoso con sus ciudadanos, con los que no le han votado también. Con los que dicen que son vascos tanto como españoles. O que no son nada. Con un lehendakari que no se hace trampas en el solitario y que lee los libros de Historia. Y que lo hace para no engañar, para no engañarse. Un presidente listo y silencioso, trabajador, inquieto y dispuesto a estar siempre al lado de las víctimas. Sueño con que ese hombre tenga determinación suficiente para no sentir miedo cuando diga: tú eres el verdugo.

Sueño con una Galicia dirigida por hombres que no tengan miedo a las preguntas porque tienen todas las respuestas. Incluso esa que sabe a azufre y vómito viejo cuando hay que responder a un periodista con un me equivoqué. Sueño que los veo lejos del boato y lo suntuoso, lejos del ladrillo y el yate.

Sueño que Rajoy ya sabe qué es lo que le pasa y qué ha de hacer un día como el de hoy. No tiene que esperar a las elecciones europeas porque ya ha pasado lo que tenía que pasar. Sueño, por último, con un presidente de España desdeñoso con las encuestas, lejos del cálculo político y capaz de confiar en sus ciudadanos más que en su Gobierno. Todo esto sueño. Y mañana, cuando despertemos, veremos. Eso mismo dijo un ciego que escuchó a Bob Dylan cantar: El ayer es sólo un recuerdo. El mañana nunca es como se espera.

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