La rebelión de los necios
COSAS MÍAS
Racista, ignorante, vulgar, soez, zafia es Jade Goody, la estrella de los medios de comunicación británicos que realiza en estos momentos la última actuación estelar de su vida, la de su propia agonía y muerte. Otras personas muy respetables vendieron su muerte antes que ella. Por eso lo extraordinario de Goody no es la comercialización de su muerte sino el estrellato que le ha permitido esa venta.
Jade Goody es una celebridad precisamente porque es racista, ignorante, vulgar, soez y zafia. Y lo proclama con descaro ante las cámaras de televisión. Lo que añade un matiz a la rebelión de las masas que retratara hace casi un siglo José Ortega y Gasset en el libro más interesante del pensamiento español del siglo XX. La rebelión de los necios. No sólo la afirmación del derecho a la vulgaridad en el sentido de Ortega sino la afirmación del derecho a la necedad.
La hiperdemocracia de la masa que impone sus gustos, que decía Ortega. O la hiperdemocracia del derecho al racismo, a la ignorancia, a la zafiedad. El derecho a llegar a la altura del barro y ser reconocida, homenajeada, querida y pagada por ello, como Goody. La igualdad más absoluta, no podemos negarlo. La de los ricos, o los inteligentes o los trabajadores. O los delincuentes, los ignorantes, los perdedores.
Premio Nobel o Jade Goody, qué diferencia hay. Ninguna, tras la rebelión de los necios. Y así lo han ratificado el primer ministro británico y su ministro de Justicia, apoyando y ensalzando a Goody, y, lo que es peor, dando un trato de privilegio a su novio encarcelado para que participe en el espectáculo de la estrella. Si Ortega levantara la cabeza.
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