Aborto como sea
LAS propuestas del PSOE para la ampliación del aborto demuestran que la subcomisión que constituyó para tratar este asunto fue una mascarada parlamentaria, que tuvo que zanjar precipitadamente en cuanto comprobó que no había provocado ningún movimiento favorable y que sus expertos habían expuesto argumentos notoriamente inferiores a los que esgrimieron los convocados por el PP. La decisión del PSOE de facilitar el aborto -ya extendido a cifras brutales, de más de 100.000 al año- estaba tomada antes de que la subcomisión comenzara sus audiencias. No obstante, y al margen de la farsa política que ha perpetrado el PSOE con esta iniciativa parlamentaria, su proyecto abortista sigue siendo igual de lesivo para una elemental defensa del derecho a la vida y acredita ser un instrumento de desvalorización de la sociedad española. Incluso cabría decir que se ha hecho más perverso de lo previsto, al pretender que las jóvenes de dieciséis años tengan posibilidad de abortar sin consentimiento paterno. Resulta que una joven de esta edad no puede votar, ni contratar, ni abrir una cuenta corriente, pero sí puede, según la idea socialista de la responsabilidad individual, abortar su hijo. Con esta propuesta, el Gobierno excluye a la familia de una situación que directamente la afecta -el embarazo de una hija- y deja a la joven en manos de presiones externas. Para unas cosas, los padres son responsabilizados, hasta la exageración, del bienestar de los jóvenes. Para algo tan grave como el aborto, los padres de la joven embarazada quedan al margen.
Tan estéril ha sido la subcomisión que los socialistas no son capaces siquiera de fijar un plazo de semanas para el aborto libre, cuando se trata de un elemento esencial de toda norma despenalizadora y sobre el que la extrema izquierda está defendiendo que llegue a veinticuatro semanas. Con este tiempo de gestación, la medicina neonatal está empezando a sacar adelante la vida de fetos prematuros. Ahora, esta indefinición irresponsable del PSOE va a provocar una nueva discordia que debía haber quedado resuelta en la subcomisión. El aborto es, así, una excusa del PSOE para mantener artificialmente una discusión en la que los socialistas parecen afectados por la notoria inconsistencia de su estrategia de propaganda y agitación. Obviamente, el derecho de los profesionales de la Medicina a la objeción de conciencia no quedará al margen de esta ofensiva proabortista de la izquierda, pese a que el aborto voluntario, es decir, la muerte dolosa del feto, no puede considerarse un acto médico, salvo que sea consecuencia inevitable para salvar la vida de la madre. No hay terapia curativa en la eliminación del feto por la mera voluntad de la madre, o porque el feto presente una anomalía física o psíquica, o porque haya sido concebido como consecuencia de una violación. Cualquier restricción o imposición en esta materia será inconstitucional y los médicos y enfermeros tendrán derecho a objetar.
La ampliación del aborto no es una cortina de humo para tapar el debate de la crisis. La crisis económica es la cortina de humo de la que quieren servirse los socialistas para degradar aún más el ordenamiento jurídico, con una reforma que merece la más activa oposición política, social y jurídica.
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