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Viernes, 13

«Casi cuatro millones de parados ofrecen mucho juego para la industria del ocio, y la diversión de moda parece ser la caza»

«La caza es de derechas. De izquierdas es la pesca»

A tirascazo limpio, andan los políticos por la calle. Casi cuatro millones de parados ofrecen mucho juego para la industria del ocio, y la diversión de moda parece ser la caza, al menos mientras vuelven los toros. ¿Quién no ha leído el ensayo a medio hacer de Ortega sobre la caza y los toros? Ahí se nos dice que una de las causas de la Revolución francesa fue la irritación de los campesinos porque no se los dejaba cazar. Hoy, en este Zimbawe Paradise de ZP, en lugar de campesinos, tenemos funcionarios y parados, y tampoco es cosa de exponerse a una revolución por no dejarlos pegar unos tirascazos. Pero la caza es de derechas. De izquierdas es la pesca. En la época del «Front Populaire», Jules Romains, que era como el Suso de Toro del movimiento, escribía contra los obreros que, al ver reducida su jornada laboral, dedicaban su ocio a la pesca con caña. De hecho, la única gran noticia proveniente de la política para los casi cuatro millones de parados es el nuevo Manzanares, con muchas sillas de tijera para los pescadores de barbo, carpa y atún (alguna vez hemos explicado las peripecias que traen al atún al Manzanares). Una gracia distingue a los pescadores de caña, y es que no son malvados (los historiadores ingleses defendían la integridad moral de Tiberio sólo porque éste era pescador de caña); son progresistas. Esto, sin embargo, no convierte al juez Garzón en reaccionario por acudir a una montería. ¿Cómo sabemos que no estaba allí para exigir los certificados de defunción de los muflones? Pero los progresistas son muy cursis. En Francia, la Convención prohibió que se abriesen las pescaderías en los días del Calendario republicano «correspondiente al denominado anteriormente Viernes». Como hoy, viernes... y 13. «¿Es usted supersticioso?», le preguntaron a Benavente. «En cosas teatrales, no -contestó-. He estrenado en trece y en martes. Sin embargo, creo en los «cenizos». Cuando se comprueba una repetición de hechos desgraciados que coinciden siempre con la presencia de un individuo determinado, no es tonto lo de creer en el «cenizo»; lo tonto es no creer en él». Si el paro es una desgracia, ¿dónde está el «cenizo»?

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