El discurso secreto de Pe
NO creo que la orgía de ZP (Zombis Parados) vaya a desembocar en fascismo.
Los progres van por la vida llamando «fascista» a todo el mundo -los fascistas siempre son los otros-, sin reparar en que, para ser fascista, primero hay que ser un orador, y para eso hace falta un chorro de voz.
-Debemos dar gracias a Dios porque usted, mi general, no sea orador -se atrevió a decirle Pemán a Franco en su despacho-. Porque, si usted hubiera sido orador, España hubiera acabado por ser fascista. Y hubiéramos acaso entrado en la guerra. Los oradores necesitan redondear su retórica con estallidos de acción.
Pemán, el mejor articulista de la historia de esta Casa, creía que la oratoria es la prisa de la palabra cuando no hay tiempo de esperar a que concluyan los razonamientos. Ahora ¿qué razonamientos? Para los militares, igual que para los redactores-jefes, escribir bien consiste en escribir de prisa, y encargan sus discursos a «negros» que prestan sus razonamientos a toda leche. Así, ¿quién es el fascista, el que los escribe o el que los firma?
El propio Pemán tiene contado cómo en un discurso de Foxá para Franco se deslizaba, con cita de su autor, Jorge Manrique, el recurrente «cómo, a nuestro parescer, / cualquiera tiempo pasado / fue mejor». En la secretaría de Franco, al repasar el texto, tacharon las palabras «según dijo Jorge Manrique», con lo que los versos sonaban como creación del general.
-Se había querido evitar que por la cita nominal del poeta pensaran muchos oyentes: «Esto se lo ha escrito otro.» ¡Pero, anda, que Franco hablando en versos de pie quebrado!
El fascismo, que técnicamente sólo es el sometimiento del legislativo al ejecutivo, cosa que, como todos sabemos, no puede ocurrir en nuestros sistemas democráticos, da a España fascistas mixtolobos, ya que nuestro fascismo no pasa de ser un «¡guau, guau!» de progre, es decir, tema literario y nada más.
-Mi gitanismo es un tema literario, y nada más -dijo Lorca en la «Gaceta Literaria».
¿Es menos literario Foxá que Solá, el hacedor de los discursos de Rajoy? En América, salvo Lincoln, que no tenía «negro» -fue el único presidente que escribía sus propios discursos-, todos los caudillos han hablado por boca de ganso. La demagogia de Obama -espuma para las mujeres, cifras para los pedantes, trémolo para los emotivos, ironía para los frívolos, gritos para los adormilados- es cosa del novio de Alicia Campoverdi -ver posado en «Maxim´s»-, de nombre Jonathan Faureau (quizás las madres de Lepe llamen a sus hijos «Jonatán» en homenaje a este guaperas), que viene a ser como el Henri Guaino de Sarkozy, pero en «skater» de la oratoria.
Y, de pronto, frente a todos los vicios de la oración de encargo para un público amaestrado, la puridad silvestre de Pe:
-No espero ganar el Oscar, pero he preparado el discurso por si acaso.
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