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Quitanieves

Si creyeran en el destino, no pondrían semáforos. Y si creyeran en el cambio climático, no sacarían las quitanieves en pleno invierno madrileño, donde, según las previsiones de Al Gore, deberíamos estar como en Gandía en agosto. De Gandía en agosto Madrid sólo tiene hoy que hay un montón de gentes, los parados, que, gracias al Gobierno del Pleno Empleo, se rascan la tripa sin saber a dónde ir. Pero, por el frío que hace, más que Gandía en agosto esto es Burgos en enero. Cómo hará de frío que hasta los progres llevan las manos metidas en sus propios bolsillos, mientras el Gobierno del Pleno Empleo despliega sus quitanieves como si fuera el Tercer Ejército de Patton. ¿Ésa es la fe que tienen en Al Gore? Cuando el Che era ministro en Cuba con los mismos méritos de Maleni para ser ministra en España, observaba un trueque la mar de progresista con los soviéticos: el azúcar cubano iba para Moscú y las quitanieves rusas iban para La Habana. El Che, profeta del cambio climático. «¡Un humanista!», gritaban que era el Che los erasmistas de Cayo Lara en el «thriller»procastrista del otro día en Madrid, donde finalmente no han hecho falta las quitanieves, que bien podrían destinarse a la recogida de huesos... ¿emblemáticos? En los sótanos del Congreso han aparecido zancarrones y calavernas que los forenses de la Memoria Histórica, como los «friquis» de la serie «Bones», deberán estabular. No creo que sean los huesos de Velázquez que buscó Villapalos cuando excavaba para Gallardón. Y tampoco los de los milicianos de Hemingway. Así que, sin el visto bueno del doctor Llamazares, esos huesos acabarán como los desenterrados en Singra (Teruel) por los comisarios de esa memoria histórica en virtud de la cual por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas. O los atunes, claro. Por culpa de ella, España está hoy como el jardín de la tía loca de «La fiera de mi niña», donde Cary Grant y Katharine Hepburn escarbaban en busca de la clavícula intercostal de dinosaurio robada y escondida por «George», el fox terrier de pelo duro. Con tanta histeria y semejante frío, va a ser difícil que vengan, no ya las cigüeñas a anidar, sino los atunes a desovar.

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