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Decisión acertada

CON la aceptación de la comisión parlamentaria sobre la supuesta trama de vigilancias y seguimientos a cargos públicos de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre ha facilitado decisivamente el encauzamiento de una polémica cuya aclaración es tan necesaria como urgente. Cuando se plantea la posibilidad de actuaciones ilícitas en el ámbito de los poderes públicos, las discusiones de pasillo y los cruces de acusaciones a través de los medios son una pérdida de tiempo; hay que ponerlas en manos de las instituciones y activar los procedimientos con los que la democracia y el Estado de Derecho ventilan las dudas de legalidad y las responsabilidades políticas. Un juzgado de Madrid ya investiga el seguimiento al vicepresidente del Gobierno autonómico, Ignacio González, y ahora la Asamblea madrileña impulsará una investigación. Estas comisiones suelen decepcionar a los partidos opositores, que las piden habitualmente como maniobra de desgaste del Gobierno -aunque existan motivos sobrados para constituirlas- o como ajustes de cuentas con el pasado. En todo caso, esta comisión es necesaria y la presidenta de la Comunidad de Madrid acierta al respaldarla, pero para que realmente sirva como «luz y taquígrafos» debe funcionar y responder a los interrogantes que se han sembrado en estas semanas.

Por su parte, el PP tiene ante sí la responsabilidad de no perderse en un laberinto de investigaciones. Abierta la del Parlamento autonómico, parece razonable esperar a sus conclusiones y que sean estas las que permitan a la dirección popular establecer sus propios juicios de responsabilidad política, si fueran necesarios. Lo que digan los tribunales de Justicia será un veredicto de legalidad, pero no les compete decidir sobre la trascendencia política de lo sucedido. La propaganda socialista contra el PP da buena cuenta de la necesidad que tienen los populares de responder convincentemente a la opinión pública. Además, la proximidad de las elecciones gallegas y vascas es motivo suficiente para que los populares midan el impacto que sus desconfianzas y disensiones están teniendo en el ánimo de los electores. La polémica sobre la llamada «trama de espionaje» se ha convertido en la principal -casi única- noticia relacionada con el PP desde que saltó este asunto, y así es muy complicado ganarse la confianza de los ciudadanos, incluso en un momento objetivamente idóneo para el principal partido de la oposición, como es el actual, dominado por una crisis de magnitudes históricas.

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