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ABC Cultural

Las firmas de Asensio Juliá

Las firmas de Asensio Juliá

Según el portal Artprice, que hace seguimiento de las cotizaciones del mercado artístico internacional, la presencia de Asensio Juliá en el mercado ha sido hasta ahora modesta y poco rentable. En 2006, la casa Christie´s de Londres sacó a subasta el Retrato de José Camarón y Melia por un precio estimado entre 30.000 y 50.000 libras; pero no suscitó interés. Tampoco encontró dueño el 3 de octubre de 2007, cuando el mismo lienzo, ésta vez en la sede madrileña de Christie´s, partió con un precio de 20.000 euros. El pasado 17 de diciembre, un coleccionista de Barcelona trato de vender Martincho desde la mesa por 10.000 euros.

Hasta ahora, el estilo goyesco del que fuera discípulo y amigo personal del artista de Fuendetodos animó a algunos coleccionistas privados a borrar la firma de Juliá, tratando de suscitar una duda razonable sobre su autoría que elevara la cotización.

Firmas borradas

Sin embargo, la atribución de El Coloso a Juliá que se apresuró a realizar el Prado el pasado junio ha corrido como la pólvora en los mentideros del avispado mercado del arte, donde se prevé una fuerte revalorización de lienzos del pintor que hasta ahora ni siquiera estaban en circulación. Incluso Wikipedia atribuye ya el lienzo al ayudante del aragonés.

Son pocas las piezas de Juliá en manos de instituciones públicas. El Museo de Bellas Artes de Valencia posee tan sólo dos -El náufrago y El ajusticiado (atribuida a principios de siglo XX a Goya)-, y el Prado, una. Según Rafael Gil, experto en la figura del pintor valenciano, el noventa por ciento de las cuarenta obras conocidas están en manos de coleccionistas privados de Madrid, Barcelona, País Vasco y países como Chile y Argentina -donde llegaron tras ser adquiridos a principios del siglo XX por indianos españoles seducidos por el arte del XIX-.

Rafael Gil, a quien la Generalitat Valenciana ha encargado la organización de una exposición sobre Juliá en 2010, asegura que varios de estos coleccionistas se han puesto en contacto con él para tantear la evolución de la cotización del pintor, estimulada por el insólito informe del Prado. Ha llegado la hora de destapar la firma de aquel desconocido valenciano.

Pero, ¿quién era Asensio Juliá? Poco o nada se sabe de su biografía, aparte de que nació en Valencia en 1760 y falleció en 1832. No se le conoce mujer ni hijos; ni siquiera está documentado que muriera en Madrid, donde desarrolló gran parte de su trayectoria profesional. Fue, lo mismo que Agustín Esteve, un artista con talento a la sombra de un genio.

Se intuye que era un hombre de escasa ambición, conformado con los encargos que recibía de la burguesía de la época. La volubilidad de su firma -que se presentaba como «A.Juliá», «Asensi Julià», «Asensi Chuliá» o sin rúbrica alguna- podría interpretarse como prueba de esta modestia.

Goya en Valencia

A los 19 años, antes de consagrar su vida a la pintura, se embarcó durante un año y medio en la lucha contra los piratas berberiscos en las costas del norte de África, pero retornó a causa de la sordera que padecía. Era el primer paralelismo que unió su biografía a la de Goya, aislado del mundo por la misma enfermedad.

Lo que parece claro es que Juliá trabó una estrecha amistad con el pintor, a quien conoció, según deduce Rafael Gil, durante la estancia de éste en Valencia en 1790.

En la correspondencia entre el autor de La maja desnuda y el comerciante aragonés Martín Zapater se desvela que ese año Goya viajó a Valencia para «tomar los aires marítimos» por prescripción médica. Aunque poco se conoce con certeza de esta visita, la teoría de Gil es que el pintor se alojó en la mansión del marqués de la Romana en el barrio marítimo de El Cabanyal, situada a 50 metros de la casa de Juliá.

Posteriormente, ya de la mano de Goya, se trasladó a Madrid, donde colaboró en la decoración mural de los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida. Ingresó en la Academia de San Fernando, pero fue su trabajo en el taller de Goya lo que contagió entonces su estilo pictórico y ahora confunde a los expertos. Ya en la madurez, fue director adjunto de la Escuela Real de la Merced, donde coincidió con el mecenas de El Coloso, hecho que utiliza a Manuela Mena para reforzar su hipótesis sobre a autoría de este lienzo.

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