Un país en números rojos
La economía española se encuentra ya técnicamente en recesión después de que el Banco de España confirmara ayer que el cuarto trimestre de 2008 el PIB cayó un 1,1 en tasa interanual, lo que supone dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. La reducción de la demanda interna fruto de la parálisis del consumo tuvo como consecuencia una «sustancial desaceleración» de la economía, con efectos especialmente nocivos en el empleo, que sólo en tres meses cayó un 3 por ciento debido al descenso de la actividad en todos los sectores excepto en los servicios. Pese a la bajada de tipos y la caída de la inflación no será fácil recuperar la demanda interna, un objetivo vital que será mucho más complicado en España puesto que las consecuencias de la crisis del sector de la construcción y su contagio a otros sectores productivos dificultan especialmente la reactivación del consumo. Por eso, Zapatero no dice la verdad cuando establece una relación lineal entre el colapso del sistema finaciero mundial y la situación que atraviesa España. Olvida una variable fundamental que nos coloca en peores condiciones que otras naciones: la caída del sector residencial es un problema endémico que se suma y se solapa con la crisis mundial. O dicho de otro modo: nuestra crisis es doble -el FMI pronostica que en 2010 seguiremos en recesión-, por lo que las posibilidades de recuperación se reducen a la mitad, salvo que se redoblen de manera eficaz los esfuerzos.
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