El posado
Imagino por unos minutos un mundo en el que los medios de comunicación persiguieran a los políticos para ofrecernos su lado más sexy. A Zapatero semidesnudo, tumbado descarado e insinuante cual David Beckham en su anuncio de calzoncillos. O a Rajoy, que es más tímido, algo más vestido, con un esmoquin semiabierto, los pies descalzos, mirando arrebatador a la cámara como si fuera el mismísimo Andrés Velencoso a punto de revolcarse en la alfombra con su novia, Kylie Minogue.
Es posible que ocurra algún día, cuando los medios conciban el mundo masculino a imagen y semejanza de Beckham y Velencoso, bellos rostros, perfectos y deseables cuerpos, pura fantasía erótica para mujeres. En la realidad y no en mi imaginación, los medios sólo persiguen a las políticas para estos menesteres. Puestos a frivolizar, a fantasear y a ponerse felinos delante de una cámara, ya se sabe, que lo hagan ellas. Y ellas, incapaces de resistir la tentación de ser las más perfectas, las más bellas, las más insinuantes, las más sexys, caen una y otra vez en el error. Ahora, Soraya Sáenz de Santamaría, antes, las ministras socialistas, y antes, Rosa Díez que también tuvo su momento albornoz tendida sobre la cama de un hotel.
Hay estupefacción e irritación entre las mujeres por el posado de la portavoz popular, igual que la hubo por el posado de las ministras socialistas. Lo que me hace pensar que ni siquiera las mujeres más inteligentes y brillantes como son todas ellas conocen bien a sus votantes femeninas. Ni los medios de comunicación a sus consumidoras. Tan lejanas de su mujer ideal como los hombres del Rajoy del esmoquin o del Zapatero de los calzoncillos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete