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El Sescam, en alza

El Sescam, en alza

El Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) está de moda positiva y sobresaliente dentro de los ambientes sanitarios nacionales. El consejero en la especialidad, Fernando Lamata, ha sido distinguido con uno de los prestigiosos Premios Edinsa a la «Personalidad política como gestor sanitario», y el gerente de Inspección y Prestaciones del Sescam, Rafael Peñalver, es galardonado con el Premio Nacional de Informática y Salud 2008 «al profesional que por su trayectoria y dedicación ha colaborado especialmente en la implantación de la informática en el entorno sanitario».

Dos ejemplos de profesionales que se las saben todas en el desempeño de sus funciones, y un reconocimiento a la calidad de unas trayectorias que se entregan de principio a fin a las demandas exigentes de una dedicación. Luego, es una demostración de que por nuestra autonomía las cosas sanitarias y hospitalarias encuentran el eco adecuado a su labor, aunque los galardones, conviene advertirlo, se personalizan, y posiblemente en el conjunto general del Sescam todavía hay que apretarse los machos para alcanzar los objetivos anhelados.

En su día y en esta misma columna ya quedó mencionado el reconocimiento a Fernando Lamata, y ahora es obligado homenajear a su compañero de dedicación que suma a su preparación una capacidad amable y coloquial que podemos comentar como atributo más que notable.

Con su biografía, Rafael Peñalver eleva las propuestas de un equipo informático que desde el Sescam ayuda a lograr una evaluación destacada dentro de las más avanzadas tecnologías. Como no podía ser de otra forma, el ministro de Sanidad, Bernat Soria, entregó el premio en el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid al conquense-toledano, que se mueve como pez en el agua en los compromisos de su área laboral. Enhorabuena. Por cierto, ¿sería posible aligerar las listas de espera en las diferentes especialidades sanitarias? Un servidor es de los que se mosquea en la tardanza en ser atendido, aunque cumple con rigurosidad los protocolos que se establecen.

No sé si la idea procede del consejero Julián Sánchez Pingarrón o nace de la inspiración del alcalde, Emiliano García Page, pero sí es verdad que los toledanos debemos felicitarnos por la decisión de pintar la fea y antiestética fachada de la Consejería de Territorio y Vivienda, para tratar «diluirla» en el entorno paisajístico y arqueológico.

La Consejería es todo un poema de chapuza arquitectónica, pero al menos ahora se intenta lavar su imagen para que el rosado deslucido de su fachada pueda evaporarse, y ser sustituido por algo más noble y adecuado que se integre en el valor paisajístico de sus alrededores. El tema no es nada fácil dada la volumetría de la edificación, pero mentes creativas existen para lograr lo que parece casi imposible.

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