Hazte premium Hazte premium

Rouco denuncia la «terrible lacra del aborto» en una multitudinaria Misa de la Familia

Centenares de miles de personas colmaron ayer la madrileña Plaza de Colón a pesar de las bajas temperaturas que se registraban a primera hora en la capital española para reivindicar «el modelo de la verdadera familia: la Sagrada Familia de Nazareth». Acompañado por una treintena de obispos -entre los que se contaban los cardenales de Valencia y Toledo, Agustín García Gasco y Antonio Cañizares, respectivamente- y más de 300 sacerdotes procedentes de las distintas diócesis, el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, presidió la multitudinaria Eucaristía en la que defendió que «no sólo es posible concebir, ordenar y vivir el matrimonio y la familia de forma muy distinta a la que en tantos ambientes de nuestra sociedad está de moda», sino que, además, la familia cristiana «es la que responde a las exigencias más hondas y auténticas de amor y de felicidad que anidan en el corazón del hombre».

El cardenal también tuvo palabras de cariño y aliento no sólo para los matrimonios, «cuyos esfuerzos por hacer de vuestras familias santuarios de la vida, hogares del amor y testimonios de esperanza para los hombres y la sociedad» resulta «una tarea difícil», sino también para los abuelos y especialmente para los niños, sobre todo, los no nacidos. «Estremece el hecho y el número de los que son sacrificados por la sobrecogedora crueldad del aborto, una de las lacras más terribles de nuestro tiempo tan orgulloso de sí mismo y de su progreso», espetó Rouco, al tiempo que advirtió que «ellos son los nuevos «Santos Inocentes» de la época contemporánea».

La dura denuncia del cardenal en momentos en que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se plantea flexibilizar la actual ley del aborto con una ley de plazos fue uno de los pasajes más aplaudidos por el casi millón de personas que, según la organización, se congregaron ayer en el corazón de Madrid. «Los niños -añadió- necesitan del amor de un padre y de una madre para poder ser engendrados, traídos al mundo, criados y educados conforme a la dignidad que le es propia desde el momento en el que son concebidos en el vientre materno: la dignidad de personas, llamadas a ser hijos de Dios».

Durante su homilía, el cardenal también reconoció las «dificultades de toda índole -económicas, sociales, jurídicas y culturales, morales y espirituales- que se interponen en el camino de la plena realización de vuestra vocación de esposos y padres cristianos». En este sentido, señaló que «la cultura del relativismo egoísta, del interés y de la competencia de todos contra todos, y de la cultura de la muerte son poderosas».

Vencer la cultura de la muerte

Ante estas difíciles circunstancias, Rouco recordó que es «posible y urgente vencer la cultura de la muerte con la cultura de la vida. Se puede y urge vencer la cultura de la dura y egoísta competencia, de la egolatría con la cultura del amor verdadero». Pero, ¿cómo afrontarlas? «Mirando y siguiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazareth», insistió el cardenal, para quien la función esencial de la familia «es ejercer de cauce primordial para que el hombre descubra que su vocación, la que constituye la razón de ser de su existencia, es el amor». «Cuando el varón y la mujer se entregan mutuamente para toda la vida en el verdadero matrimonio, se aman. Cuando no impiden que de la donación mutua de sus personas brote una vida nueva, la de sus hijos, procreados con Dios, están amando profundamente. Cuando los crían y educan con sacrificios sin cuento, siguen ejerciendo el amor», recordó el cardenal en otro de los pasajes más aplaudidos, durante la Eucaristía a cielo abierto de ayer en Colón.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación