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Carbón activo contra el terror

POR M. A. RUIZ COLL

ALICANTE. De momento sólo ha sido una docena de sobres con polvo blanco, que resultó ser harina en lugar de ántrax, enviados a las embajadas de Estados Unidos en las principales capitales europeas para sembrar el pánico entre la población. Mañana puede ser una realidad.

Los expertos de la Universidad de Alicante (UA) ya están trabajando para dar respuesta a la guerra del siglo XXI: un ataque químico, biológico o nuclear por parte de grupos terroristas, que constituye hoy la mayor amenaza.

Filtros de carbón

El Laboratorio de Materiales Avanzados de la UA está colaborado con otras universidades europeas para diseñar nuevos filtros respiratorios, basados en el carbón activado, con el fin de que puedan utilizarlos los equipos de emergencias que intervinen en situaciones como un atentado terrorista, un accidente industrial o un incendio en un túnel.

Éstos son algunos de los escenarios sobre los que trabaja el equipo dirigido por el catedrático Miguel Molina, gracias a la experiencia que su departamento tiene en el desarrollo de este tipo de materiales.

Colaboración europea

En concreto, su equipo está analizando la capacidad del carbón activado para retener sustancias tóxicas como el amoniaco o el dióxido de azufre. Molina recordó ayer que la situación más arriesgada es la que deben afrontar los servicios de rescate en un ataque terrorista, ya que a menudo desconocen el peligro que pueden afrontar. En cambio, es más previsible conocer qué sustancias contaminantes están presentes en un incendio o un accidente en una gran industria.

La investigación desarrollada se enmarca en el proyecto europeo FRESP (Advanced irsty Response respiratory Protección) en el que también colaboran otras universidades, empresas e institutos tecnológicos de Bélgica, Hungría, Reino Unido, Grecia y Holanda. El programa tiene un presupuesto de cuatro millones de euros (de los que la Unión Europea aporta el 75%) y se desarrollará durante los próximos tres años.

La labor encomendada a los especialistas de la Universidad de Alicante ha de concluir durante el primer semestre de 2009 y se centra en los materiales empleados en los filtros respiratorios, mientras que las mascarillas en sí serán diseñadas por otras entidades implicadas en el proyecto.

Estos dispositivos serán utilziados por los primeros equipos que intervienen tras un atentado o una catástrofe, situaciones en las que pueden aparecer compuestos tóxicos, radiológicos o bacteriológicos.

Como los neumáticos

Según explicó ayer el profesor Miguel Molina, el objetivo de su estudio es lograr la máxima capacidad de absorción de estos filtros, además de prolongar su vida operativa. Para ello se llevarán a cabo pruebas de envejecimiento similares a las que se realizan, por ejemplo, con los materiales del calzado y los neumáticos para coches.

El carbón activado puede adoptar la forma granular (de entre uno y cinco milímetros) o bien de fibra. Esto permitirá desarrollar los filtros en dos formatos: en tela, más flexible y ligera, y en mascarillas. en las que el carbón estará impregnado con sales para mejorar su absorción ante una amplia gama de productos tóxicas.

Las pruebas de selección de estos materiales se realizarán con sustancias estándares para medir su porosidad. «Estamos hablando de medir el tamaño y el volumen de los poros, con el fin de comprobar su aplicación para reterner el amoniaco o el dióxido de azufre», explicó Miguel Molina. El objetivo: garantizar la seguridad de los primeros en llegar a la «zona cero» de cualquier catástrofe o atentado.

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