La «revolución del zapato» en las calles de Bagdad ridiculiza el legado árabe de Bush
Más de cien abogados se ofrecen a defender al periodista iraquí autor de la agresión al presidente de EE.UU.
El Air Force One aterrizó por última vez con George Bush como presidente en Bagdad y Kabul. El responsable máximo de las guerras en Irak y Afganistán no quiso concluir su mandato sin realizar una gira sorpresa por los países en los que su política internacional ha dejado una huella más profunda. Concluido este viaje, para algunos Bush pasará a la historia como la persona que acabó con el régimen talibán y puso fin a la dictadura de Sadam Hussein. Para gran parte de la opinión pública árabe, será recordado ademáscomo el «asesino de iraquíes» al que el periodista Muntazir Al-Zaidi lanzó sus zapatos en su rueda de prensa de despedida al grito de «¡toma tu beso de despedida de parte del pueblo iraquí, perro!».
El ataque cometido por este joven reportero de 29 años durante la rueda de prensa conjunta de George Bush y Nuri al Maliki y su posterior detención despertaron una gran oleada de solidaridad. El canal de televisión «Baghdadiyah», al que pertenece Al-Zaidi, defendió a su empleado y exigió su inmediata liberación porque se trató de un «acto de libertad de expresión». Abdel-Bari Atwan, director del «Al Qud´s Al Arabi», diario árabe editado en Londres, calificó la acción como «un adiós a la medida de un criminal del guerra».
Solidaridad para el periodista
Mientras se abrían las investigaciones sobre el caso, se iniciaban las protestas en las calles -especialmente en la zona de Ciudad Sadr de la que provenía un periodista que, según algunos medios locales, habría perdido dos hermanos en combates con los americanos-, al menos cien letrados árabes se mostraron interesados en la defensa del reportero. Los manifestantes en varios puntos de la capital mostraron zapatos en señal de protesta contra la visita de Bush, mientras los niños bagdadíes jugaban a imitar al agresor del presidente Bush. Numerosos ulemas, intelectuales y científicos iraquíes expresaron ayer su apoyo al periodista detenido.
Bush inició en Irak una guerra polémica a causa de unas armas de destrucción masiva inexistentes y se despidió también de forma polémica por esta que algunos han bautizado como «la revolución del zapato». La ira de Al-Zaidi fue suficiente para eclipsar la firma del acuerdo que permitirá a las tropas estadounidenses seguir en el país hasta 2011, un documento al que los americanos llaman «acuerdo de seguridad» y los iraquíes «plan de retirada de tropas».
Los sirios califican estos tres años de prórroga como «recompensa por la ocupación». Damasco, incluida en el denominado Eje del Mal tras los ataques del 11-S por su presunta colaboración con Al Qaeda, ha sido una de las víctimas directas de una administración americana que durante el mandato de Bush ha obviado la necesidad de mantener las formas con el régimen de Al Assad como uno de los pilares para la estabilidad regional.
Karen Hughes, subsecretaria de Estado para la Diplomacia Pública, abandonó el barco republicano en noviembre de 2007 tras considerarse incapaz de mejorar la imagen de Estados Unidos tras el estallido de los escándalos de Abu Ghraib y de los asesinatos de compañías privadas como Blackwater. Esta otra cara de la democracia que Bush quería exportar terminó por echar por tierra su popularidad y generó un sentimiento antiamericano sin precedentes.
Los últimos años de guerra abierta contra el terrorismo en Oriente Medio y Lejano también han terminado por dilapidar el eterno proceso de paz entre israelíes y palestinos, un conflicto que ha permanecido en segundo plano ante las crisis iraquí y afgana. Entre sus aliados árabes en la región, Washington también ha visto como los focos fundamentalistas en el Golfo han seguido exportando su yihad a Europa y, sobre todo, a Afganistán, donde según los últimos informes de la inteligencia americana «la insurgencia controla más de la mitad del país».
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