Ni una palabra de disculpa ante el Pleno

M. CALLEJA
MADRID. Joan Tardà llegó una hora y media tarde al Pleno del Congreso. Sus compañeros Joan Ridao y Francesc Canet fueron raudos en su busca cuando les avisó de que llegaba para escoltarle por los pasillos. El diputado del «muera el Borbón» no dijo ni media palabra ante las preguntas de los periodistas. Parecía que iba a arrancar, pero sólo fue un balbuceo.
Ya en el hemiciclo, y sentado en el escaño que le permite ocupar la misma Constitución que el sábado quemó en una hoguera, no dejó de sonreír, a sabiendas de que era el objetivo de todas las cámaras, las miradas y los comentarios. Eran las cinco y media de la tarde, y se debatía una proposición de ley de CiU para ampliar el permiso de paternidad. Le tocó defender desde la tribuna la posición de su grupo. Una ocasión de oro para pedir disculpas, para tratar de aclarar algo sus insultos y ataques, para intentar arreglar las cosas.. o al menos tener el arrojo de decir en esa tribuna lo que dijo en el acto de extrema izquierda en el que participó.
Pero no. Subió a la tribuna y obvió por completo la polémica. A su espalda, el presidente del Congreso, José Bono, le observaba con atención. Bono y los cincuenta diputados que había en ese momento. Tardà regresó a su escaño sin haber hecho una mínima referencia a las disculpas que sí transmitió de forma privada a José Bono.
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