«El ojo por ojo» de Putin
Moscú pretende relanzar la cooperación con lo enemigos de Washington, no sólo en el terreno económico, sino también en el militar, y apuntalar así el antiamericanismo en Iberoamérica
Rusia estrecha lazos con los países de Iberoamérica más hostiles a EE.UU. El presidente Dimitri Medvédev, que acaba de finalizar su primera gira por el continente suramericano y el Caribe, califica la nueva apuesta exterior del Kremlin de «estratégica». Moscú pretende relanzar la cooperación con los enemigos de Washington, no sólo en el terreno económico, sino también en el militar. Es la respuesta «simétrica» con la que el actual primer ministro, Vladímir Putin, ha amenazado tantas veces a la Casa Blanca.
Las relaciones se intensificaron, especialmente con Venezuela, cuando la Administración Bush anunció sus planes de desplegar su escudo antimisiles en Europa oriental mientras Georgia y Ucrania entraban en la lista de posibles candidatos a adherirse a la OTAN.
La crisis en Georgia de este verano, detrás de la que el Kremlin ve la mano de Washington, ha sido el detonante que ha terminado de convencer a las autoridades rusas de que hay que volver sin pérdida de tiempo al «patio trasero» de EEUU. «¿Si los americanos están en Georgia y Azerbaiyán, que es nuestro patio trasero, y les venden armas, por qué Rusia no va poder estar en Cuba y Venezuela vendiendo también armamento?», se pregunta el politólogo ruso Serguéi Márkov.
Los años 2007 y 2008 han sido especialmente fructíferos en las relaciones entre Moscú y Caracas. El gigante energético Gazprom y la petrolera Lukoil ya han desembarcado en el país caribeño. Pero lo más llamativo son los doce contratos de suministro de armas. Incluyen la compra de 24 cazabombarderos Sujói-30, medio centenar de helicópteros y 100.000 fusiles de asalto Kaláshnikov.
Tras la guerra relámpago del pasado mes de agosto en Osetia del Sur y la ocupación rusa del norte de Georgia, el Kremlin vio la necesidad de reforzar aún más los vínculos, no sólo con Venezuela, sino también con Cuba y Nicaragua. El presidente venezolano obtuvo en su último viaje a Moscú, el pasado septiembre, un crédito de 1.000 millones de dólares para poder seguir comprando armamentos.
Ese mismo mes, Rusia envío a Venezuela dos bombarderos estratégicos TU-160 y ahora tiene allí sus navíos de guerra para participar en unas maniobras. Hay planes de que la Fuerza Aérea rusa utilice de forma permanente bases venezolanas. Medvédev acaba de dar luz verde en Caracas a la cooperación en el ámbito de la energía nuclear y a la creación de un banco ruso-venezolano.
Desde septiembre, no han cesado los viajes a Cuba de altos funcionarios rusos para preparar la reciente visita de Medvédev. Asesores militares preparan ya un plan para modernizar el armamento soviético en manos del Ejército cubano y para hacer más eficaz su sistema de defensa aérea.
Nicaragua, el único país del mundo que ha reconocido la independencia de las provincias georgianas de Osetia del Sur y Abjasia, también espera que Rusia le renueve su armamento e incluso que ayude en la posible construcción de un canal interoceánico. Su presidente, Daniel Ortega, tiene previsto realizar un viaje a Moscú en diciembre. Rusia ha empezado también a sondear las posibilidades que tiene con Bolivia.
Todo ello forma parte de la «simetría» o el «ojo por ojo» al que se refiere Putin. Si Washington apuntala a Mijaíl Saakashvili en Georgia, Moscú hace lo mismo con el castrismo y con Chávez. Si EEUU vende armas en el Cáucaso, Rusia lo hace en Iberoamérica. Si la OTAN envía sus barcos al Mar Negro, la Armada rusa los tiene ya en el Caribe. Si Washington pretende colocar misiles en Polonia, Rusia podría instalarlos otra vez en Cuba, como ya hizo en 1962, cuando el mundo estuvo al borde de una hecatombe nuclear.
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