La llama de Ussía sigue viva
Pese a las inclemencias climáticas, el santuario en el que se ha convertido el lugar sigue despertando la conciencia de la mayoría de los transeúntes, que se paran un rato o se santiguan al paso

Cuatro días después del multitudinario homenaje que la juventud madrileña le rindió a Álvaro Ussía, las velas a las puertas de el Balcón de Rosales continúan encendidas. Pese a las inclemencias del tiempo, el santuario en el que se ha convertido el lugar sigue llamando la atención de la mayoría de los transeúntes, que se paran un rato o se santiguan al paso.
Nadie parece querer olvidar el fatídico suceso que se llevó la vida de este chico por delante. Ni los que le conocían, para quienes en el lugar debería haber algo que recuerde a su amigo, «una placa, un rótulo, una chapa, algo», ni para los que pasan por allí, para los que este triste suceso «de alguna forma tiene que servir para que cambien las cosas».
Todos saben que antes o después el Ayuntamiento ordenará la retirada de los cirios, pero mientras tanto, no quieren ni que la lluvia o el viento permita dar carpetazo a una muerte «injusta» de alguien que «estaba empezando a vivir la vida».
Parece que la muerte de Álvaro hubiera hecho madurar a parte de la sociedad de golpe. A sus amigos, porque de un día para otro han aprendido una lección que no olvidarán nunca. Como dijo el chico que leyó la carta durante la concentración «pacífica» del viernes, «me has ayudado a ser alguien en la vida en sólo tres días».
Y a los mayores, porque tras lo ocurrido se ha desatado toda una necesaria aunque tardía oleada de actuaciones contra cierta impunidad que suele reinar en la noche.
Lo de Álvaro no era la primera vez que ocurría, pero sí que ha sido el detonante para que la Administración tome medidas y para que se rescaten casos parecidos ocurridos en los últimos tiempos. Durante esta semana, han vuelto a los medios sucesos como el de «Costa Polvoranca», en Alcorcón (Madrid), o el «crimen del Maremagnun», en Barcelona.
«Caso Fuenlabrada»
Ayer mismo volvíamos a saber de uno acaecido en Madrid hace tan sólo siete meses, cuando la portavoz del Partido Popular de Fuenlabrada, Susana Mozo, recordaba que en la noche del pasado 5 de junio murió a las puertas del bar «El Coso», en una céntrica zona de la localidad, un joven de 19 de años que fue agredido por dos porteros «en un hecho de similares características al reciente asesinato de Alvaro Ussía».
La falta de regulación del sector de los porteros y los problemas con las licencias, una vez más,volvía a ponerse en pocos días sobre la mesa. De hecho, según Mozo, el suceso ocurrido en Fuenlabrada puso entonces de manifiesto la falta de regulación y de seguridad existente en la zona de copas del municipio, ya que «el local a cuyas puertas falleció este joven ejerció su actividad sin licencia durante 21 años». Por ello Mozo pidió ayer al Consistorio de su localidad que aplique cuanto antes el nuevo reglamento creado por la Comunidad para regular la actividad de los porteros de discotecas.
Pero es un trabajo de todos mantener viva esa llama.
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