China sale al rescate de la economía con su propio «New Deal»
Pekín destinará 488.000 millones de euros para grandes infraestructuras y proyectos públicos con el fin de evitar la crisis financiera. Aunque algunos analistas critican que el Gobierno ha incluido partidas ya presupuestadas, establecerá otras medidas para bajar los impuestos y fomentar las exportaciones
Para paliar la crisis, el Gobierno chino ha ideado un plan de rescate de la economía nacional que ascenderá a 4 billones de yuanes (488.000 millones de euros), con los que se construirán infraestructuras como autopistas y aeropuertos y se acometerán grandes obras públicas.
Esta medida, que se prolongará durante los dos próximos años, se centrará en diez áreas de gran calado social como son la vivienda para familias con bajos ingresos, infraestructuras rurales, electricidad, transportes, protección medioambiental, agua, innovación tecnológica y reconstrucción de zonas afectadas por catástrofes naturales, como el terremoto que devastó la provincia sureña de Sichuan el pasado 12 de mayo.
Todo ello para que el fantasma del paro no interrumpa el “milagro económico” del coloso oriental, que debe seguir creciendo entre un 7 y un 8% para generar cerca de 30 millones de nuevos empleos cada año. En el Gobierno chino han saltado todas las alarmas porque el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) ha caído del 11,9 al 9% en un año y se espera una reducción mayor para 2009.
Así lo han vaticinado los expertos de consultoras como JP Morgan o Merrill Lynch, que han rebajado sus expectativas de crecimiento para la economía hasta un 8,7 y un 8,6% durante el próximo año, mientras que Morgan Stanley mantiene su previsión del 8,2%.
Ahora que la crisis financiera mundial ha empezado a afectar al “dragón rojo”, donde están cerrando ya decenas de miles de fábricas, el régimen de Pekín acude en auxilio de su economía con sus abundantes fondos públicos.
No en vano, China atesora más de 1,2 billones de euros en reservas de divisas, que ayudarán a financiar esta especie de “New Deal” que recuerda al plan de obras públicas acometido en los años 30 por el presidente Roosevelt para sacar a EE.UU. de la “Gran Depresión” de 1929. Sin embargo, el referente más próximo de esta iniciativa es el impulso que el primer ministro Zhu Rongji dio a las infraestructuras hace una década para evitar la crisis financiera que sacudió a Asia en 1997. Además, las autopistas, puertos y aeropuertos levantados en aquella época con dinero público fueron determinantes para dar a China una indudable ventaja competitiva a la hora de captar inversión extranjera sobre otros países con la misma mano de obra barata, como India o Vietnam, pero con peores comunicaciones.
En esta ocasión, los expertos calculan que el Gobierno central aportará un cuarto de la inversión total (116.000 millones de euros), mientras que el resto será sufragado por empresas estatales, bancos y títulos de la deuda pública.
Aunque algunos analistas han criticado que este plan de rescate está exagerado porque incluye poco dinero nuevo y cuantiosas partidas ya estaban presupuestadas, como la ayuda a la reconstrucción de Sichuan tras el seísmo de mayo, irá acompañado de otras medidas destinadas a incentivar la economía.
Además de flexibilizar los préstamos para potenciar el consumo, el Gobierno bajará los impuestos y reformará la tributación del valor añadido para que la industria se ahorre 120.000 millones de yuanes (14.015 millones de euros). Con el propósito de fomentar las alicaídas ventas al exterior, aumentará los reembolsos a la exportación para más de 3.700 productos, al tiempo que elevará dichas devoluciones del 11 al 13% para el sector textil.
El Ministerio de Finanzas gastará casi 410 millones de euros en ayudar a firmas con problemas, un 25% más que el año pasado, mientras que se pondrán en marcha grandes proyectos cifrados en 200.000 millones de yuanes (23.360 millones de euros). Entre ellos, destacan un gasoducto que enlazará el oeste del país con los centros industriales de Guangzhou y Hong Kong, que costará 93.000 millones de yuanes (10.889 millones de euros).
En las provincias de Zhejiang y Guangdong se construirán plantas nucleares por valor de 95.500 millones de yuanes (11.123 millones de euros) y en las regiones de Xinjiang, Guizhou y Jiangxi se ejecutarán proyectos hidrológicos que suman 17.400 millones de yuanes (2.037 millones de euros).
Junto a las inversiones en carreteras y ferrocarriles, el gasto en aeropuertos ascenderá a 250.000 millones de yuanes (29.272 millones de euros) en 2010. Con ese dinero se ampliarán y remodelarán las instalaciones de Chengdu, Xi´an y Guangzhou y de otras 40 ciudades de mediano tamaño, al tiempo que se construirán nuevos recintos en Shangai, Wuhan, Nanjing y en otras 20 urbes más.
De esta manera, China pasará de los 152 aeropuertos civiles de 2007 a los 190 de 2010, que aumentarán hasta los 244 una década después, cuando todo el mundo confía en que esta crisis no sea más que un amargo y lejano recuerdo del pasado.
A pesar del optimismo que ha generado esta especie de “New Deal” de ojos rasgados, expertos como Michael Pettis, profesor de Economía en la Universidad de Pekín, dudan de su efectividad. “El “New Deal” de Roosevelt no solucionó la “Gran Depresión” en los años 30, ya que la economía estadounidense no se recuperó hasta la II Guerra Mundial”, argumentó Pettis, quien matizó que “de todas maneras, tuvo cosas buenas y sirvió para redistribuir la riqueza del país, lo que puede ser muy efectivo en China para acabar con el riesgo de inestabilidad social”.
Más positivo se mostró, en cambio, Liu Jin, profesor de la Escuela de Negocios Cheung Kong de Pekín, quien confió en que “el Gobierno chino ponga en marcha más iniciativas similares porque en estos últimos 30 años de reformas se han llevado a cabo las medidas adecuadas para incentivar la economía siempre desde un punto de vista pragmático y no ideológico”. No obstante, admitió que “la recuperación debe basarse más en el aumento de la demanda que en la inversión pública en infraestructuras, por lo que lo ideal sería conseguir una vía intermedia”.
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