«Los escritores deben defender la cultura frente a la superstición»
Ignacio García-Valiño publica «El corazón de la materia», un viaje entre la ciencia y el mundo de los fenómenos paranormales
«La estupidez es letal». En esta contundente frase el escritor y psicólogo infantil, Ignacio García-Valiño (Zaragoza, 1968), resume el mensaje que ha querido transmitir en su última novela «El corazón de la materia» (Plaza Janés). Un libro en el que aborda el papel que desempeña la ciencia en nuestros días y sus límites, entre el creer y no creer. «Los escritores deben defender la cultura contra la superstición y el esoterismo, que da buenos dividendos», afirma vehemente ante el hecho de que determinados fenómenos, que no se sostienen sobre ninguna ley científica, gozan de predicamento y credibilidad en una gran parte de la sociedad.
Para presentar el libro en sociedad, el autor, finalista del premio Nadal en 1999 y del Ciudad de Torrevieja en 2006, ha echado mano del paleontólogo Juan Luis Arsuaga, «que si bien no soy físico no estoy alejado de la temática», y que ha recibido la llegada de esta novela con gran satisfacción: «Faltan libros de literatura sobre los grandes protagonistas de la ciencia», afirmó Arsuaga durante un encuentro con la prensa. Arsuaga -que protagoniza un «cameo» en la novela-, además de alabar el rigor con el que García-Valiño ha tratado el mundo de la ciencia, «bordeando los fenómenos paranormales», subrayó el valor documental del texto, «que se podrá leer dentro de tres años».
«El corazón de las particulas» arranca con el suicidio de Elena, novia de Lucas Frías, un científico que vive entregado en cuerpo y alma a la física -trabaja en el Laboratorio Europeo de partítulas del CERN (Consejo Europeo de Investigaciones Nucleares), en Ginebra. La dramática muerte de su novia le empujará, movido por el sentimiento de culpa y la necesidad de encontrar respuestas, a realizar un viaje físico y personal que le llevará a descubrir aspectos que desconocía de Elena -arqueóloga que ha seguido unos trabajos de excavación en el desierto chileno de Atacama-, como su vinculación con el mundo de lo esotérico y de las videntes.
Crisis de escepticismo
«Vivimos en una era tecnológica que compite con nuestro pensamiento mágico -horóscopo, curanderos-», afirmó García-Valiño. Y reconoció que «en todos nosotros existe una pugna entre la fe y la razón. E igual que existen las crisis de fe -añadió-, las personas escépticas también tienen las suyas». Algo que le sucede al protagonista al adentrarse en ciertos fenómenos inexplicables que se dan en Atacama, «y que algunos científicos se empeñan en investigar lo que hay de cierto en ellos».
El escritor reconoció que el argumento surgió a raíz de una experiencia real: «Una amiga, pianista, casada y a la que aparentemente todo le iba bien, se quitó la vida hace quince años. Al principio quisimos creer que era un accidente, no nos atreviamos a pesar que la vida no merecía la pena. Aquello nos interpeló sobre el valor de la vida». Lo mismo le sucede al protagonista de su novela, que no quiere admitir que Elena se quitara la vida movida por su «relación fracasada». Para Arsuaga, son precisamente los sentimientos, el amor, «el verdadero territorio mágico. Ahí no hay limite. Es algo muy viejo, ancestral, y al mismo tiempo nuevo».
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