
Domingo, 09-11-08
La situación de caos y violencia que vive la región de Kivu conoció ayer un corto respiro después de las atrocidades cometidas en los últimos días en la localidad de Kiwanja, a las afueras de Rutshuru, al norte de Goma. La misión de la ONU en la República Democrática del Congo (Monuc) anunció la apertura de una investigación sobre lo ocurrido en la pequeña aldea entre el martes y el jueves, cuando las tropas del Gobierno de Joseph Kabila -apoyadas por guerrilleros «Mai Mai» y por grupos de extremistas hutus- se enfrentaron con fuerzas rebeldes del general Nkunda por el control de Kiwanja.
Ayer, el Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) había retirado sus posiciones varios kilómetros hacia el norte, empujados por las tropas del Gobierno con la ayuda de fuerzas angoleñas -como pudo comprobar este enviado especial-, además de por las milicias progubernamentales. El paisaje que surgió entonces en Kiwanja era el de un nuevo horror africano, con al menos 70 cadáveres contabilizados in situ.
En la vía principal, cinco o seis cadáveres yacían inertes, mientras que detrás de las puertas de las viviendas surgían más cuerpos de civiles ejecutados de un disparo, algunos de ellos «disfrazados» con uniformes militares para ocultar la matanza. Por el camino hacia la aldea, mujeres con la mirada perdida y el cuerpo paralizado por el más que probable recurso a la violación como arma de guerra vagaban por la carretera, controlada esta vez por los «check-points» de los soldados del gobierno, dispuestos en todo momento a encañonar a periodistas y civiles, aterrorizados por la agresividad etílica de los militares.
Uno de ellos, encendido por el efecto del alcohol o las drogas, mostraba orgulloso un cuchillo ensangrentado en una mano, y sus trofeos en la otra: un mano y un pene arrancados a alguna de sus víctimas.
«Nos preocupan mucho las las posibles atrocidades de Kiwanja. Las fuerzas de Nkunda y el Ejército congoleño, respaldado por las milicias «Mai Mai», asesinaron deliberadamente a los civiles en Kiwanja los días 4 y 5 de noviembre», declaró ayer Sylvie van den Wildenberg, portavoz de la Monuc. «Los «cascos azules» fueron, aparentemente, incapaces de proteger a los civiles», afirmó.
250.000 desplazados
Algunos testigos locales denunciaron haber visto a soldados de la ONU ocultar cadáveres, en un desesperado intento de minimizar el alcance de la barbarie. Al menos 250.000 personas han abandonado sus hogares desde la reanudación de los combates a finales de agosto. Más de 60.000 estaban siendo reagrupados en la localidad de Kibati, escenario de fuertes combates el viernes, a escasos metros precisamente del campo provisional de desplazados.
El parte de guerra de ayer incluye un número creciente de informaciones de que tropas ruandesas -país gobernado por Paul Kagame, perteneciente a la etnia tutsi- estarían cruzando la frontera para apoyar al CNDP de Nkunda. Por su parte, fuentes locales explicaron un reagrupamiento de los guerrilleros «Mai Mai» para proseguir su contraofensiva del lado del Gobierno de Kabila contra las milicias tutsis.
La situación de crisis humanitaria ha desbordado a las agencias humanitarias y a la ONU, que mantiene en el Congo su mayor misión de paz -con 18.000 «cascos azules» desplegados-, incapaz hasta ahora de prevenir o de detener el conflicto en un inmenso país codiciado por su riqueza mineral en oro, diamantes y coltán, un elemento esencial en la fabricación de teléfonos móviles.