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«Dejémonos ya de franquismo, transición y constitución y empecemos de nuevo»

«Dejémonos ya de franquismo, transición y constitución y empecemos de nuevo»

Hace ya algunos años que Miguel Delibes no concede entrevistas personales. Castellano de muy escogidas palabras, a él nunca le gustó perderse en divagaciones que pudieran ser malinterpretadas. Con motivo de la reedición de esta novela, el más importante novelista vivo de lengua española aceptó contestar a un amplio cuestionario. Éste es el resultado de esa conversación escrita. -Cuando apareció «El hereje», ahora hace 10 años, sorprendió porque se trataba de una novela histórica. ¿Por qué ese género ha tenido tan poca fortuna entre los escritores del Medio Siglo?

-No me pregunte. De entrada, para mí, son históricas todas las novelas, es decir el tiempo juega en ellas un papel tan importante como en la vida. ¿Por qué hay hoy más que ayer de las que ustedes llaman novelas rigurosamente históricas? Vaya usted a saber. En este terreno funcionan las modas y la costumbre, como en la ropa.

A pesar de la sorpresa, la novela era coherente con la obra de su autor, siempre escrita en clave contemporánea. El difunto protagonista de Cinco horas con Mario en cierto sentido era un hereje, y la España vencida con la que se vinculaba emocionalmente, quizá sea también aquella otra España, reformista, que fue vencida por la intransigencia de la ortodoxia...

-¿Existe ese paralelo? ¿Fue esa la intención del novelista?

-Por ahí iba el novelista, metido en el campo religioso. Pero ¿era un hereje Mario? ¿Por qué controlar a mis protagonistas? Era un hombre pensativo, honrado y preocupado. La España que perdió la Guerra Civil tenía más de anticlerical que de herética.

-Esta novela no sólo es narración, sino también ensayo histórico sobre una época escindida entre ganadores y perdedores, entre... ¿malos y buenos?

-Es tremendo que algunos se pregunten todavía si El hereje es un relato de buenos y malos, cuando no hay razones que lo acrediten. En la Guerra Civil, en origen, no hay ideologías sino actitudes beligerantes de buenos y malos. Los grandes temas esconden a menudo temas menores, no despreciables sino muy graves.

En muchas de sus obras, como Las ratas o Los santos inocentes, ha recreado la vida de gente sencilla en tiempos muy duros. Nunca fue benevolente, pero tampoco rencoroso...

-¿Buscó dar voz a aquellos hombres y mujeres que padecieron penurias e injusticias quizá porque la literatura sirve, justamente, para que los lectores futuros la escuchen y se reconozcan, porque los grandes temas son esencialmente los mismos?

-Dar voz al que no la tiene, o no la tuvo nunca, fue siempre una razón para que el narrador tome la palabra.

Toda gran novela histórica tiene algo de relato contrafactual o induce a preguntarnos ¿qué hubiera ocurrido si no se hubiera producido la expulsión de los judíos y los moriscos, si la Reforma hubiera prosperado, si la Razón de Estado no hubiera primado expulsando a los heterodoxos...

-¿Se hizo Miguel Delibes estas preguntas al escribir «El hereje»?

-Entiendo que Delibes se hizo todavía más preguntas desde que era un párvulo. ¿Qué hubiera ocurrido si...? Mire usted, las posibilidades son todas, pero a toro pasado no valen. No nos aclaran nada.

-¿Existe hoy un discurso dominante, ese al que llaman de lo «políticamente correcto»?

-Hoy existe, antes que un discurso dominante, un sentido crítico dominante que nos induce a buscar lo «políticamente correcto». Presumimos de más civilizados. Bueno. A Juan XXIII creo que le empujaba este sentimiento al hablar a los cardenales.

El tema religioso vuelve una y otra vez al primer plano de la vida de los españoles.unos denuncian que existe cierto clima de persecución religiosa, mientras que otros acusan a los creyentes de querer invadir la vida pública...

-¿Es la religión, como sostenía Ortega, una cuestión estrictamente privada? ¿Cuáles son los límites?

- Yo pienso que la religión debería pertenecer a la parte más profunda y privada del hombre, aquello a lo que los demás no tienen acceso. ¿Con qué derecho vamos a juzgar lo que otro hombre piensa a este respecto? Es muy fácil predicar a cosa pasada. Quizás Ortega tuviera razón, quizás no. Asegurarlo es imposible. Por de pronto, la reflexión y el hacer pausado no son disposiciones frecuentes en el comportamiento político español.

Otro gran asunto contemporáneo es el de la «memoria histórica», algo que no es campo de los historiadores, pues la memoria más bien es individual -y en cierto sentido: poética, literaria, teatral, cinematográfica-; mientras que la historia, como disciplina, es factual, sólo sostenida por el análisis documental de los hechos. Por eso, la obra de Delibes quizá pueda ser entendida como un preciso ejercicio de «memoria histórica»...

-¿Qué piensa el novelista de que los políticos legislen sobre la memoria colectiva? ¿Se trata de un ajuste de cuentas? ¿Puede utilizarse el pasado de manera sectaria con la mera intención de desacreditar al oponente político actual haciendo uso del pasado? ¿Es necesario hacer un juicio político del franquismo? ¿Afecta al espíritu de la Transición y de la Constitución del 78? ¿Sigue siendo necesario el «consenso»?

-Veo el asunto de la «memoria histórica» con respeto y no como un simple acto piadoso. Pero no es necesaria tanta publicidad. Dejémonos ya de franquismo, transición y constitución y empecemos de nuevo. Tanta reiteración no es buena.

-Ya en «Antígona» aparece el mandato de dar digna sepultura a los muertos, aunque éstos sean nuestros peores enemigos... ¿Cómo cree que debiéramos hacerlo ahora?

-Exactamente así. Con discreción. Los medios en silencio.

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